El convento de Nuestra Señora del Rosal de Priego fue construido en 1525 por iniciativa de Diego Carrillo de Mendoza, hermano del séptimo conde de Priego, Luis Carrillo de Mendoza, según proyecto del arquitecto Pedro de Alviz. Su advocación proviene de la tradición que explica una aparición de la Virgen en aquel lugar, junto a un rosal. Desde su origen estuvo ocupado por una comunidad de monjas franciscanas concepcionistas que lo habitaron hasta que, Mendizábal, lanzó su desamortización en 1835 sufriendo, desde entonces, saqueos y vandalismo. Ocupado posteriormente de nuevo, por religiosas, fue definitivamente abandonado, abandonado, en agosto de 1936 al inicio de la Guerra Incivil. Aún así, fue declarado monumento histórico-artístico de interés local el 28 de septiembre de 1982 estando catalogado, en la actualidad, como Bien de Interés Cultural con la categoría de monumento.