Concha Rebollo, vecina de Grati en Las Majadas, certifica el día a día trashumante en el Facebook adelantando lo que, dos días más tarde, será realidad aquí: “pues que las pecuarias esta noche está a rebosar. Hay un montón de vacas con sus ternerillos y un montón de caballos y de perros que ni se sabe. Con el frío que hace esta noche lo pasarán mal, porque Carmen y yo, con unas horas de espera, hemos cogido frío para todo el invierno pero ha valido la pena. ¿Verdad Carmen? Los perros nos venían a saludar con respeto lo mismo que nosotras hemos hablado con los mayorales y con las estudiantes de veterinaria, y hemos contenido la respiración para no asustar a los caballos y las ovejas”, escribe Concha en su muro.
Y es que, este año, la Cañada Real de Rodrigo Ardaz se le antoja a uno más viva que otros años porque, sin proponérselo, los ganaderos se han programado de tal manera que, en el viaje, uno de otro se lleva una jornada tan solo y, claro, esto tiene sus pros y sus contras como veremos.
Para Gratiniano Usero, Grati, este es el tercer año que hace la trashumancia. Tres años en los que ya ha cosechado su fama debido, digo yo, a que con su verdad se enfrenta, en la vereda, hasta al lucero del alba cuando algún agricultor le toca eso o le amenaza con una recortadora. Ayyy famoso!. Fíjate en mí. Barba blanca de tanto cavilar y de tantas aventuras pero ninguna buena, dice.
Es la segunda jornada y nos encontramos en los ya conocidos Collados de Embid en donde, una noche más, el viento sopla más de lo normal y las carrascas siguen alejadas de una lumbre que, además de alumbrar y en la que asar la cena, calienta a un buen número de amigos que han acudido a testimoniar amistad y apoyo y, entre ellos, Pedro Miota, el torero de Las Majadas que en un momento dado me dice que ha comprado la ganadería de Curro Fuentes y tiene a las reses bravas dispersas.
Un viaje a la aventura.
Estoy jodío, dice Grati. Jodío por motivo y razón de que el agua escasea y los pastos también. A ver como salimos de esta porque, como te digo, el agua va jodia y el pasto escasea. Vamos, como todos, un poco a la aventura. Por eso cargué un camión con ovejas tempranas, más débiles, por quitarles esta paliza porque el campo está jodío.
Digo que esto es como una carrera de pillos porque, el que va primero con el ganado, encuentra más comida y tú, vas el tercero. Lo mejor es ir el primero, sí. Así, si hay algo, se lo comen porque, si no, a nosotros nos dejan las cagarrutas.
Hace sesenta años no había prácticamente camiones en los que meter a las ovejas y, nuestros ancestros, tenían que ir de un lado a otro a pie. Eran nómadas, los caminos estaban más abiertos, entonces había más pastores porque, en los pueblos, todos eran pastores. Y aunque había más esclavitud que ahora, y más hambre, el personal lo llevaba mejor que ahora. Hoy, a pesar de que tenemos mejores adecuaciones, tenemos más sequias, pero vamos mejor equipados, comenta Grati cerca de la lumbre cuando alguien le alcanza la bota de vino para echar un trago.
Yo no sé si merece la pena ir así, a pie, veintitrés días cuando en un camión tardas dos horas como máximo. Pues claro que merece la pena por el motivo y razón de la economía. Los años vienen fatales, las primaveras secas, los veranos ya ves y lo poco que sacamos se lo lleva el diablo o los diablos entre los que está Hacienda y los cuatro no, los miles de mangantes que nos dejan con lágrimas en los ojos, callos y ojeras de dormir poco.
Un ganadero en un pueblo, Las Majadas, que siempre fue ganadero pero últimamente venido a menos. Por desgracia no le va a quedar más que el nombre aunque sigamos allí, viviendo como podemos. Bueno como podemos no. Trabajando. Levantándome a las cinco de la mañana y echando más horas que un reloj. ¡Ay si nos pagaran las horas que echamos con arreglo a las que pagan a un obrero!. Seríamos ricos pero, ahora, vamos de peor en peor. No hay pastores y esto se está perdiendo. Hace sesenta años daba gusto porque había pasto en abundancia, los montes estaban limpios y hoy son auténticos polvorines por culpa de la administración. No hay más que mierda. Hay una corta, se llevan el pino pero dejan lo demás. Hacen un lavado pero dejan todos los despojos ahí. De risa si no fuera por lo que es.
Los jóvenes
Jorge Sanmiguel también es el tercer año que hace la vereda. Bueno, no toda porque solo puede estar como mucho cinco días. Terminaré en la etapa más allá de Cólliga porque, en el pueblo, soy autónomo y me gano la vida cortando pinos con el motosierro. Es lo que hay. Tendría que haber trabajado hoy pero he preferido estar con mi amigo Rubén.
Se refiere al hijo de Grati, su amigo. Haciendo este viaje trashumante se pasa bastante bien. Muy bien. Sobre todo si vas a caballo aunque en las primeras etapas te salgan agujetas. A mí me toca ahora ir en la yegua, pero es ocasional porque nos vamos turnando. Digo que estaré hasta la etapa de Cólliga pero, en el regreso, en primavera, estaré más días.
A ti, Jorge, ¿qué te parece lo de ir a pie en lugar de trasladar al ganado en camiones?. Hay que ir a pie porque los camiones valen lo que valen. El transporte en camiones es muy caro y, si tienes mucho ganao, pues multiplica por equis viajes y ya verás lo que cuesta.
Rubén Usero de la Sierra Llamazares es el hijo de Grati. Va a medias con su padre porque, la mitad de las mil trescientas ovejas, son suyas. Y, claro, entre los meses por Andalucía y otras cosas, pisa poco el pueblo. Bueno, sí, en parte. Como estás por ahí abajo no te enteras mucho de la vida del pueblo y, si me apuras, cuando toca es en el mejor tiempo con el final de la primavera, el verano y parte del otoño que es cuando más vidilla hay. Me gusta el pueblo y, ahí, pues vivo lo mejor que se puede. Lo que pasa es que te ponen impedimentos y hay que luchar.
La estabulación es cara y, por eso, es duro el oficio. Los animales es lo que tiene. Hay que madrugar por las mañanas y estar todo el día con ellos. Un trabajo sacrificado porque nosotros no tenemos festivos. Siempre es la misma rutina pero se hace con gusto.
El tema de la conversación, en un momento dado, gira en el viaje a pie. En esas etapas frías como las que estamos viviendo y en esos enfrentamientos con los agricultores que, a veces, dan ganas de hacer algo. Pues si te digo la verdad y pudiera, el transporte lo haría en camiones pero claro, como está el asunto, si te puedes ahorrar ese dinero, mejor que mejor porque hay que echar cuentas. El viaje cuesta, más o menos, unos ochocientos euros por camión y cada uno d ellos lleva unas 300 ovejas aunque eso depende de otros factores. Ahora mete 1.300 ovejas o las que tengas y calcula. Y luego el regreso.
Ahora mismo, en esta segunda etapa, se sienten muy arropados con los amigos y la familia por lo que, en noches como esta, nos juntamos un montón de gente en torno a la hoguera y lo pasamos muy bien, comenta Rubén. Luego, más adelante, te acostumbras y no se hace tan duro como el primer año que aquello sí que fue tremendo.
La lumbre era roja como la ristra de chorizos que asó Grati y, la cena, sirvió para que Sergio, que tiene una carnicería especializada en caza mayor y reses bravas en el polígono Sepes, hablara de caza y del negocio de la carne que manda a Alemania. El frío apretaba, la bota de vino daba vueltas y vueltas y, en una de ellas, Grati dijo que le había llamado Cañamón, Agustín, añadiendo que pronto le daban el alta en el hospital de Albacete y, eso, mereció otro trago.
Audio de Grati Usero