En el artículo de opinión de esta semana seré muy breve: política de altura no es sentarse a cenar en el Puente de San Pablo con una lista cerrada de amigos. Eso más bien tiene otro nombre. Últimamente están ocurriendo una serie de hechos en la provincia de Cuenca que exceden de lo habitual por las excentricidades de los políticos conquenses como Darío Dolz, Álvaro Martínez Chana o Jose Luis Martínez Guijarro. La cena sobre el maravilloso, romántico y retador puente histórico se cae por su propio peso y es una muestra más de que viven en otro mundo totalmente alejado de nosotros, de los ciudadanos.

Pruebe usted, conquense de a pie, a poner una mesa en el Puente de San Pablo, a ver cómo termina la fiesta. Hacer promoción de la gastronomía de alto standing no es comérsela ni bebérsela con los fondos públicos, señores Presidente de la Diputación, Vicepresidente de la Junta de Comunidades de Castilla la Mancha y Alcalde de Cuenca. Buscar inversores para proyectos de desarrollo turístico sostenible no es viajar a costa de los contribuyentes para traer un Toro Verde que no quedará ni en vaquilla, con la cantidad de “toros bravos” con más valor que el caballo de Espartero que tenemos en la región dispuestos a presentar proyectos subvencionados como los que ustedes están regalando fuera de nuestras fronteras.
Pero tanto las vacaciones como las cenas les saben muy bien y como no las pagan, les saben mejor. Mientras, dejan nuestros pueblos sin servicios básicos esenciales y fundamentales de movilidad como el tren. Cuenca es la única capital de España sin tren convencional de media distancia, sin tren turístico, sin tren de mercancías, sin tren. Sigan así, cenando en lo alto, que ya caerán en el agujero negro de la brecha social y económica sin precedentes que están creando. Una brecha tan grande como la distancia que separa la calle de la altura en la que cenan. Y sigan montando escenitas de política alejadas de la realidad, porque aunque se suban encima de una almena de Torre Mangana o al mirador del Cerro del Socorro no lograrán que les identifiquemos con política de altura, sino con subsuelo, ese mismo que filtra desperdicios altamente contaminantes en el macrovertedero instalado en la provincia.
La realidad de la “política basura”, la realidad de la “política de subsuelo”, la realidad de la brecha social se está haciendo insostenible para todos, porque ni los castellano-manchegos somos como ellos, ni los conquenses nos sentamos en sus mesas. Veamos con qué nos siguen sorprendiendo en este mes de septiembre, en el que ya huele a vaca y Cuenca debe coger el toro por los cuernos a la inflación a la que nos tienen sometidos. Animo con la escalada que supone a las familias de una provincia despoblada la vuelta al colegio en un curso en el que el gobierno regional está suspendido antes de comenzar.
Opinión de Yolanda Martínez Urbina