Considero mi deber , en virtud de ni harta y conocida integridad, empezar escribiendo que soy fumador. No fumador empedernido, cual suele decirse; tampoco cual carretero (que ni sé lo que es, ni lo que fuma el hombre – solo se dice ‘carretero’, que no ‘carretera’, conste – , pero si fumo lo mío.
Mis orígenes de fumador se remontan a mis quince o dieciséis años, en que el vil de mi íntimo amigo de Instituto, “Cutillas Ripoll”, me envició. El no hacía otra cosa que fumar y fumar; encendía uno con la colilla del último. E intentaba convencerme que a las ‘titis’, les encantaba que los ‘titis’ fumáramos; y eso – amigo mío – eran palabras mayores. Máxime en esas edades de revolución hormono-cultural. Y, me convenció.
Mi primer cigarro fue un “Bisonte” sin filtro. Me lo fumé sentado en mi cama. Empecé a toser y a marearme. Y casi ocasionó un incendio en casa, porque ya no sé donde quedó el cigarro: estaba tan a gustito en coma profundo y recuperable (como fácil es de comprender). Y me gustó el mareo. ¿Será posible?
Total, que soy fumador. Que estoy harto de que me pregunten el típico «¿cómo puedo ser fumador con lo malo que es; y máxime siendo de mi oficio y mi especialidad?». Mi contestación – cuando contesto – es definitiva: ¡Ea!
Francamente, no sé si a las ‘titis’ les gustaba más si el tío fumaba o no; porque eso de ligar, no era precisamente una de mis habilidades natas.
Lo que sí sé es que, después de fumarme todas las marcas del quiosco de la Sra. María (que nos fiaba los cigarrillos en la punta del parque), me hice adicto. Y de mis quince o veinte diarios, no bajo; por más que haya probado parches, chicles y yo qué sé más. El diagnóstico es claro, cristalino: Me encanta fumar.
Anteriormente he escrito lo harto que estoy de la pregunta de marras. Pero hay algo y alguienes, que me hartan muchísimo más: los y las “anti-tabaco”. ¡Qué angustia, la virgen! Y si son personas que han dejado el “vicio”, mejor no contarles.
Desde siempre, he fumado “L&M”. Tanto en mi pueblo como allende.
Ahora, en mi pueblo, el gobierno – el que sea, oiga – ha pensado que, subiendo el precio de la cajetilla, sutilmente y con alevosía, habría más gente que dejara de fumar; y, de paso, aumentar de tapadillo las arcas del Estado y de algún que otro aprovechado de la coyuntura.
Yo, previendo la cosa, he probado otra marca, que se llama “Black Devil”, que me produce un ahorro de diez euros por cartón (que ahora no es cartón, que es plástico y además de poco ecológico es un coñazo de abrir). Y , aunque soy una persona fiel en todos los aspectos, – pizca más, pizca menos – y no deseaba confesarle a L&M mi imprudencia, pues ha resultado que, no sólo puedo tolerar el nuevo…es que me gusta más. ¿Será posible?
Una vez haberles confesado todos mis pecados nicotínicos, paso a expresar mis temores e intolerancias con esta señora – venida a más, que se quedó ‘pasmá’ cuando la hicieron ministra de sanidad – que viene a llamarse (esperen un poco que busque en Google) ¡Ya!: Mónica García, anestesista y de Podemos , al principio, y de Más Madrid , después.
Tengo entendido que, va a hacer una Ley draconiana contra el tabaco y todos sus adeptos seguidores.
Por lo que tengo entendido ( que igual es una exageración), va a prohibir fumar en todas las playas patrias, aunque estemos en el lugar más lejano de personal habitante. Va a prohibir fumar en los parques infantiles (eso, no me importa mucho porque no suelo ir).
Va a prohibir fumar por la calle, a aire libre.
Vamos, que le sería nos haría más cómodo saber dónde vamos a poder fumar que donde no vamos a poder hacerlo.
¡Jodío Fumeque! : Esta frase la decía “Juncal”, una de las series mejores que he visto, junto a “Isabel” en el panorama televisivo patrio.
No me cansa verlas y volverlas a ver. Creo, sinceramente , que dentro de todo lo artistazo que es D. “Paco Rabal”, en esta serie de “Juncal” y en la película “Los Santos Inocentes” , su interpretación es inolvidable.
Y en ambas series hace un papel totalmente antitético.
Desde aquí, no sólo como buen fumador, sino como buen contribuyente, bien respetuoso con las posibles molestias ocasionadas a otro personal no fumador, y otras muchas cosas buenas más, le pregunto a la Ministra del ramo, Excelentísima – creo que es ese el trato – Doña Mónica García (el segundo apellido no he logrado pescarlo) le solicito humildemente, que nos diga por ley dónde coño vamos a poder fumar los verdaderos, honestos y respetuosos fumadores, para no ser sometidos al escarnio de cualquier policía local, chulillo y de tres al cuarto (que los hay…¡vaya que si los hay!) y de la consiguiente multa.
Señora ilustrisima Mónica García, no haga que pueda echar de menos a otra por el estilo llamada Leire Pajín, por favor. Díganoslo a los pecaminosos eternos fumadores: ¿dónde coño vamos a poder fumar?. Es gracia que espera merecer, del recto proceder de quien no suele llamarse a engaño y a quien Dios guarde muchos años. Amén. (esto lo pongo en cursiva, porque es del maestro, de Serrat, en su espléndida canción “A quién corresponda”).
PS.- Un servidor ya está probando y entrenando a volver a sus orígenes de fumeteo, metiéndome de tapadillo y puntillas al váter, echarme allí dos o tres cigarrillos seguidos.
Pidiéndome permiso, por supuesto, puesto que vivo solo. Y no quiero salir al balcón a pecar, por si me ve algún policial antes citado, o le molestan mi evaporaciones a la vecina del séptimo, que para mí que me tiene mucha manía; pero mucha.
Firma invitada: Francisco R. Breijo-Márquez. Doctor en Medicina.