Anda por ahí una especie de chiste – uno de mis favoritos – que viene a decir algo así:
« Estaban unos trabajadores en lo alto de un quinto piso en construcción, haciendo tareas de fontanería ultra-moderna y debían fundir hierro para hacer las mejores instalaciones. Juan y Paco (¿cómo no?) se llamaban. Juan se encargaba de fundir el hierro a 1.538 grados centígrados. Paco estaba agachado poniendo las instalaciones. En un descuido, a Juan se le volcó el recipiente y fue a caer en toda la espalda de Paco. El pobre Paco soltó un aullido escandaloso e larguísimo , al tiempo que se cagaba en Juan, en todos sus putos muertos, en Dios, en la Virgen, en todos los Santos y toda la corte celestial, añadiendo – además – que iba a matar a él y a toda su estirpe…y así hasta que lo llevaron al hospital. Una vez recuperado, Juan le puso una denuncia por amenazas de muerte y, sobre todo, por haber zaherido a Dios, a la Virgen y a la santa madre iglesia.
Una vez en el juicio, le juez le preguntó a Paco si era verdad todo lo que Juan aducía. A lo que Paco le dijo al juez que, de eso nada,Sr juez. Que lo único que dijo fue: “ Juan, por Dios, la Virgen y todos los santos, ten un poquito más de cuidado porque me has derramado el hierro fundido en la espalda y… francamente, es bastante molesto” ».
Pues, eso suele ser lo normal en cualquier situación de esta vida.
La célebre: ‘tu palabra contra la mía’ a falta de testigo presencial, no falta ni faltará.
La Justicia solamente existe si nos da la razón.
Todo lo que no sea eso, es totalmente injusto y abusivo. Eso viene a ser un axioma.
Desde que el grupo terrorista Hamás, desde la llamada franja de Gaza, hizo lo que hizo en tierras israelíes contra el estado de Israel y sus paisanos, desde entonces, no se me va de la cabeza esta maldita enésima guerra entre Israel y los palestinos.
Reconocer mi admiración hacia el pueblo judío – israelí- , es innato en mi, y es honesto decirlo.
Ya de pequeño, admiraba el hecho de que cómo todo una raza, estuviese unida en amor y compaña o en la diáspora, y siempre se ha sentido avenida ante la adversidad.
Y mire que es el ejemplo paradigmático de lo que significa diáspora: los han echado de todos los sitios, empezando por los reyes católicos; incluso antes, en algunas zonas de Europa central.
Para ellos – los isreaelíes- siempre ha sido una especie de “Mi Patria: con razón o sin ella”, que dijo Janning en “Judgment at Nuremberg”. Viene a ser su principal divisa.
Luego , de mayor, mi admiración por ese pueblo fue ‘in crescendo’, no tanto militarmente – cuya música tampoco me hace levantar, como a Brassens – como desde mi oficio , que al fin y al cabo, no deja de ser científico. Mi viaje y estancia en el Instituto Weitzmann en Tel Aviv, es inolvidable. Un pueblo que se hace referencia de todos los demás, incluído Harvard, es de admirar.
También he admirado siempre la efectividad del Mossad. Allá donde me escapaba en Tel Aviv para vivirla a mi bola, allí estaban para ampararme; quisiera yo o no. Siempre de tapadillo y sin enterarme. Porque me lo dijeron ‘a posteriori’ y regañandome.
Tontos, tontos, los habrá; como cualquier país que se precie. Pero poner en juicio la inteligencia innata del pueblo judío en general, sería casi una temeridad.
Lo que hizo Hamás, según la totalidad de los medios, fue sencillamente ignominioso. Atacar a civiles , extranjeros o nativos, matarlos a fuerza de tiros, misiles y torturas. Y matarlos.
Secuestrar a los sobrevivientes para hacer negocios con los putos judíos y que de una puta vez los echen al mar y se ahoguen de una puta vez (he repetido mucho lo de “puta” pero, es un dicho castizo en mi país), además de una pura quimera, es la inmundicia mayor que un pueblo puede hacer contra otro. Y eso es lo que hicieron. Y eso es lo que siguen haciendo.
Un pueblo que acepta el nombre de Palestino, y que se enredan los unos con los otros ,de su misma ralea ,por pertenecer a distintas comunidades religiosas (que si sunitas, que si chiitas, que si…) y se matan entre ellos con las mismas armas y caracteristicas que lo hacen contra el enemigo común: Israel.
Que los terroristas de Hamás se intenten confundir con el resto delpersonal en los hospitales, en los agrupamientos de ayuda humanitaria en, muchos otros sitios que llevaría a los no conocedores a llamar perros judíos a los israelíes es tener cuajo, es importarles tres pares de narices las personas civiles e inocentes de su propia raza. Para conseguir que tales hospitales y medios humanitarios sean bombardeados por los militares de Israel y que pierdan todo el posible prestigio que éstos pudieran tener. Y lo hacen. Vaya que lo hacen. Y eso lo sé de buena tienta y no necesariamente de los medios al uso.
Desde 1.948, en que Ben Gurion proclamó el “estado de Israel” a fuer de una votación muy apretada en la O.N.U., las palizas a los estados árabes ha sido de espanto. Pero no escarmientan. Como yo.
Eso es, con algún matiz que otro, lo que ha sucedido desde el anterior octubre hasta hoy.
Pero, de ahí, a que un gobierno encabezado por un loco llamado Benjamín Netanyahu (“Bibi” para los amigos) , haya proclamado una guerra, sin ápice de piedad y a discrección, contra el enemigo demostrado, eso ya es otra cosa. Algo que no comparto. Algo que jamás podría compartir.
Matar de hambre y sed a unos semejantes, con o sin afinidad posible, es genocidio, de lesísima humanidad. Se mire por dónde se mire.
Ametrallar a gente que se acerca a pillar algo de pan para su familia (sean niños, viejos , mujeres o toreros, que me da igual) no tiene calificativo para un servidor; cualquier adjetivo peyorativo se quedaría mínimo.
En una guerra, nadie es bueno.
Pero podría haber matices. Estoy casi seguro que, crear dos estados en una misma tierra, no dejaría de ser un fuego fatuo.
Pero no el cambiar a un gobierno que no merece llamarse así, porque no gobierna, se limita a ordenar matanzas a semejantes por pura revancha.
El Bibi este debería ser enviado al exilio más alejado. Capri, por poner ejemplo de residencia de tiranos.
Y si bien, nunca se conseguirá un acoplamiento entre tales pueblos , intentar que algo vaya mejor no sería imposible.
Que liberen ya a los rehenes que puedan quedar con vida.
Que no se ceben con personas que – independientemente de su ralea – pueden llegar a morir de hambre y sed.
Que no involucren a otros países más poderosos.
Y, por Dios y la Virgen de Paco, que no se anime Irán ni los aledaños a armar la de dios es cristo. Porque entonces todos estaremos embarrados hasta la coronilla. Y la guerra, de momento, nos pilla muy lejos. Por eso opinamos y no aseveramos.
Un poco de prudencia y sensatez, no nos vendría nada mal a nadie. Sobre todo al Netanyahu ese.
P.S.– El chiste relatado al principio jamás tendrá fin
Firma invitada: Francisco R. Breijo-Márquez. Doctor en Medicina.
Excelente lectura. Un texto muy bien escrito.