Hoy será otra de las tantas mañanas que saldré a descubrir mundos nuevos. Probablemente.
Seguro que será otra de esa mañanas en las que las hadas me sorprendan de nuevo como una inagotable primera vez. Estarán escondidas entre esos árboles que me soplan al oído el rumor de sus ramas acariciadas por un amable viento sureño. Caminando por la hierba que me brindan los risueños jardines de mis veredas habituales.
La ciudad estará, como siempre, incomprensiblemente dormida mientras los primeros rayos de sol acarician tiernamente mis mejillas, entornarán mis ojos; y los mosquitos y abejas ronronearán de cerca jugando entre bises con mis dedos. Desnudaré mi alma a los besos de esas enigmáticas hadas que me regalarán cualquier sueño por soñar. Curarán de repente cualquier herida que pueda dañarme y limpiaran cualquier lodo que pudiera mancharme.
Y el tiempo se me hará cada vez más dulce tornándome más goloso , como aquel niño que un tiempo fui.
Encontraré a hurtadillas y escondido en aquel árbol desapercibido, algún amor desparejado, de los que comen el cebo sin rozar el anzuelo. Desparramándose por todos mis descosidos. Sin dejarme prenda alguna, ni trayéndome ningún recuerdo.
Saldré despacio, como costumbre, de amanecida y sobre calles solitarias buscando el refugio de la hierba en mis jardines. El Sol siempre vendrá a buscarme temprano. E iré con él mientras camino en dulce silencio hacia aquel mar, a aquellas olas que siempre me hacen de juglares; mientras que en mi proa llevaré de nuevo pintado tu nombre en rojo. Bailaré solo, vestido de algas, de escamas y reflejos dorados. Bajo un lienzo de ese mar que se me escapa y un cachito de cielo escarlata.
Algún pájaro burlón y despistado hará cabriolas sobre mi cabeza.
Me haré fuente cristalina de cualquier barranco olvidado.
Y miraré a esa luna que se afina hasta morir tras la ladera de aquel horizonte desperdiciado.
Estaré listo para caminar a oscuras bajo este amanecer que me invade y para dormir al raso acariciando la gloria con la punta de los dedos.
No pediré más justicia que aquella que se me ofrece, sin remilgos ni espantadas.
Quizá hasta sienta eso que dicen que es estar enamorado, le toque a quien le toque. Quedándome amodorrado con sensación tan esquiva. Siempre sería mi primera vez y siempre me parecería mentira.
Quizá hasta logre comprender que, como aquella morena, no habrá otra ni como, con aquella rubia, jamás alcanzaría el infinito. Quizá hasta sienta esa traca que revienta el pecho, llenando por completo la eternidad deseada. Quizá pueda hablar con Dios y atrapar de un vez el infinito huidizo.
Sí. Hoy será otra de las tantas mañanas que saldré a descubrir mundos nuevos. Probablemente. Así lo espero.
Caminando junto a Parker y repleto de su saxo arrollador que me traslada a los sueños menos imaginados.
Probablemente.
¡Así lo espero!
¿Quiere usted acompañarnos? Charlie y yo estaremos encantados con tal compaña. Y tal vez pueda volver a sentir tan arrinconadas emociones ensombrecidas de tanta realidad insolente.
Probablemente.
¡Aquí les esperamos!
Que has cenado, que te inspira de esa forma. O son los churros mañaneros que van dejando gotas preocupantes cuando pasan sobre tu camisa o sobre tu pantalón mañanero. Camina con Charlie.
Aclaración del Autor:
«Charlie» es «Charlie Parker».
Aunque «Charles Lloyd » tampoco vendría nada mal…
Te acompaño a tan agradable paseo.
Espere, que voy también.
Me agrada, y mucho. Lo leí esta mañana, y te he valorado con un 5/5 en el periódico.
Ha sido un rayo de luz, un «hoy puede ser un gran día», que en lunes se agradece. Y se nota tu devoción por Serrat, la cual comparto.
Un paseo precioso!!!
Ahora sé que entonces, no huiré ni huiremos a solas de la irreverente realidad cotidiana y aburrida. Estiraré también los brazos para rozar con las yemas de los dedos la finita línea rosada que separa a la noche del alba. Será, como cada despertar, la madrugada con su canto quien dirija la levedad de mi sueño. No podré por lejanía desgranar el silencio de la ciudad callada, pero aguardaré con calma desde la arena el desalojo de la oscuridad en las aguas hasta contemplar la mar ruborizada, y que mis pupilas reconozcan las olas cuando se encienda su sonrisa de espuma.
Soplaré al primer rayo de luz, para que se ensanche, para que comience a desnudar a la noche haciéndola día con ese destello incompleto que rompe una penumbra a medias, que desdice la presencia de lo eterno.
Miraré hacia la brújula, hacia ese horizonte desperdiciado que acoge a todos los que miramos con ojos nuevos las mañanas, y sabré, ahora si, con certeza, que no es mi mirada un navío extraviado a la deriva buscando mundos inexistentes, sino el método y el viaje hacia el lugar donde otras miradas (como la suya), ya han arribado en su costa.
Gracias por el viaje, precioso mundo mi ángel. Un abrazo infinito.
No puedo dejarlo pasar, pues -de pasada- he leído todos y cada uno de los comentarios al escrito.
Agradecerlos se me queda muy corto.
Serrat no puede dejar de entusiasmar a todo aquel que fuere capaz de captar y enalteces toda pizquita de cosa que siempre- hoy, mañaqna y ayer- desflorará una rosa. Amiga Marisol.
Tu escrito, querida Nieves, me parece el poema que fue escrito y nunca se proclamó. Mil gracias.
Y, a todos los que deseen pasear, ya escribí que tenían un gran espacio a nuestra vera (Parker y un servidor) y todo un horizonte para volarlo todos juntos.
Sencillamente…¡Gracias!
Mi querido amigo, ni te imaginas cómo me he identificado con esto. Hoy di por cerrado un ciclo. No más ataduras que me impidan seguir lo que deseo y amo, porque cada quien es libre de perseguir lo que anhela, así sea solo por un segundo, pero cada quien es también su propio verdugo. Hoy, ahora, cerré un círculo del cual no me arrepiento, y por ello me siento confiada, risueña, libre de alguna manera para iniciar o bien continuar lo que dejé a un lado del camino de mi vida. Gracias por ser un presente en mi vida y por este mensaje recibido.