El sol, implacable, calentó el Campeonato Nacional de TPV (Técnicas de Progresión Vertical) en Espeleología, celebrado este fin de semana en el Silo de Chillarón, sacando brillos a mosquetones y dejando sombras que se escurrían pared abajo en el rapel guiado. Ni los cenadores, sombrillas o toldo que cubría la parte superior del rocódromo daban sombra suficiente a un público que se cobijaba a la sombre de los árboles del pequeño parque en el que estaba instalado el puente tibetano. Pero daba igual. El espectáculo estaba servido en ese escenario, la placeta del Silo, convertida en pasarela por la que arneses y todo tipo de utillajes que sirven para no caerte (bloqueadores, descendedores, mosquetones, cuerdas…), iban y venían mientras los competidores, llegados desde La Rioja, Cataluña, Castilla y León, Comunidad Valenciana, Madrid, Galicia y Castilla La Mancha, se afanaban a lo suyo que era superar las pruebas en el menor tiempo posible.
Un rotundo éxito porque, a ver de qué otra manera se puede contemplar un espectáculo en el que, los deportistas, compitan en velocidad, resistencia, progresión vertical en pared o auto socorro fuera de su hábitat natural, las cuevas, para beneficio de los que allí estábamos. Me parece una actividad muy buena porque, con ella, hemos sido capaces de reunir a mucha gente en medio de un ambiente deportivo que, de otra manera, motiva a hacer cosas.
Más cosas. Es genial que un pueblo así tenga estas instalaciones porque, así, es facilísimo entrenar, me dijo Yulia Izmaylova. Una ucraniana residente en Valencia, pura fibra, que quedó Campeona en la prueba de velocidad femenina.
Mi tiempo ha sido bueno, no tengo faltas y, lo más complicado han sido los pasamanos que eran muy técnicos. ¿Lo más interesante?, pues sin duda que ha sido el rapel guiado (especie de tirolina en la que, el que frena la caída, es el participante) desde arriba porque, desde allí, te da un punto distinto, diferente explicaba Yulia.
Lo que han hecho aquí es un trabajo bestial.
El escenario era un hervidero de gente que, o miraba, o participaba en las pruebas. Y si bajo la marquesina del Silo contemplábamos en un primer plano pruebas de auto socorro o salvamento, pocos metros más allá competían en pasamanos hasta desaparecer por un agujero que llevaba a los participantes a escalar parte de la torre del Silo porque, su altura total, se alejaba de las normas oficiales del campeonato. La prueba que están haciendo es de auto socorro. Puntúa técnica y tiempo y se desarrolla en el supuesto de que un compañero reciba un golpe, o tenga algún problema y, entonces, hay que sacarlo para que no se produzca el síndrome de arnés que corta la circulación arterial de las piernas. La maniobra debe ser rápida y dejarlo el suelo lo antes posible, aclara Enrique Jábega, Coordinador de Espeleo Socorro de Castilla La Mancha. La futura escuela, lo que se ha hecho en Cuenca no tiene nombre. Me he quedado sorprendido. Lo que han hecho aquí es un trabajo bestial. Llevan un año trabajando y mira el resultado concluye Enrique contemplando el escenario que tenemos ante nosotros.
Menuda manera de aprovechar el Silo, decía José Miguel Soto, de Logroño. Un silo genial que, en su totalidad, reproduce las dificultades técnicas que nos vamos a encontrar en una cavidad.
Es que, el Silo de Chillarón, como otros, además de los huecos de sus torres o “celdas” -contenedores en otros tiempos de grano-, esconde en su interior una especie de foso o galerías técnicas inferiores que, efectivamente, invitan a entrenar situaciones que puedes encontrarte en una cueva. Como actividad, fomenta mucho, nos dice Diego Martínez, de Guadalajara. Es un deporte que hacemos de forma escondida, en cuevas y cosas de esas y, así, de esta forma, nos ven porque, de otra manera, solo verían a los bomberos cuando hagan exhibiciones. Se trata de adaptar lo nuestro a un entorno urbano y el resultado se está viendo. Hay por aquí niños y jóvenes que se irán enganchando a esto. Seguro. Necesitamos sitios en los que realizar prácticas de rescate, por ejemplo, porque hay casos y casos y tenemos que estar preparados entrenando en sitios como este. Es maravilloso, dice Diego.
Los Silos, lo hemos descrito en otras ocasiones, se construyen con el nacimiento del Servcicio Nacional del Trigo y la Red Nacional de Silos y Graneros entre los años 1940 y 1980 para recoger el trigo en las zonas productoras y redistribuirlo según las necesidades. La instalación es prefecta, dice Fernando Arranz. Un valenciano que además de quedar primero en circuito y resistencia, conoce bien a fondo la trayectoria del de Chillarón responsable, además, de haber hecho la vía ferrata de Priego y estar involucrado en la de Villalba de la Sierra. Para entrenar es un lugar ideal y en un futuro, no muy lejano, será la referencia porque no hay otro en España.
Estamos creando un Centro de Tecnificación
Se trata de un proyecto magnífico y ambicioso, a la vez, en el que deberán estar involucrados organismos e instituciones para que sea una realidad en un futuro próximo.
Sí. Al menos desde la Federación de Castilla La Mancha hasta la Española, así lo creemos. Estamos creando un Centro de Tecnificación para todos porque, la situación geográfica de Chillaron, es perfecta. El Silo puede albergar aulas, ser sede de campeonatos internacionales incluso. Estamos muy ilusionados y a ver si coordinamos con todas las instituciones y el Consejo Superior de Deportes y, entre todos, alcanzar la meta, aclara José Antonio Serrano, presidente de la Federación CLM de Espeleología y Cañones. Es que lo que estamos viendo estos dos días, es un espectáculo sin tener que ir al campo. En un emplazamiento óptimo en el que ya pensamos hacer un rocódromo con aspiraciones de que sea el primero de España y que sirva, además, para competiciones olímpicas de espeleología y descenso de cañones en seco, artificial, sí, pero con la bendición del Consejo Olímpico, añade José Antonio quien, además de presidente, ha sido el presentador de las pruebas.
Salir de las cuevas para que los vean y, a la vez, crear escuela en la que aprender todas las técnicas que se emplean en espeleología y cañones, es el objetivo del proyecto Chillarón y el sueño que lidera Alberto Orozco Cotillas junto a sus compañeros del grupo ARA y de la Federación. Ha sido un trabajo de colaboración entre todos: Federación y Federaciones autonómicas, clubes, el Ayuntamiento de Chillarón, las administraciones etc. ha sido un trabajo de todos, dice Alberto medio escondido entre el arnés y el equipamiento necesario para cosas de estas que estamos contando. Hemos tenido un número aceptable de participantes al ser la primera vez que organizábamos un campeonato de estas características y, el resultado, ha sido muy bueno. Espectacular en algunas de sus fases porque el campeonato abarcaba distintas modalidades: velocidad, resistencia, progresión vertical en pared o auto socorro.
Más que taladrar, organizar, clavar, atornillar, subir, bajar e ir de un lado para otro, Alberto parece sacado de una de esas películas de Sergio Leone en las que, el sol deja huella. Objetivo alcanzado y la gente contenta. ¿Qué más se puede pedir?. Se puede mejorar, por supuesto, porque todo es mejorable pero el trato, las instalaciones, le gente y las actividades complementarias han hecho que todos se vayan contentos.
Al final del Campeonato hubo sorpresa para Alberto porque, para abrir el turno de entrega de trofeos y medallas, el presidente de la Federación Castellano-Manchega, José Antonio Serrano, lo citó por megafonía como nuevo Premio el Mérito Deportivo de la Federación sin que Alberto supiera nada y, claro, nuestro hombre estaba por ahí, organizando, sin creer lo que ocurría bajo la marquesina. Me engañaron. No sabía nada. Llevamos mucho trabajo en el Silo, trabajo de mucha gente y aún no sé por qué me reclutaron a mí, pero, ya digo, este premio, este reconocimiento es para el club ARA y la Federación. Me tocó a mí, pero es el trabajo de todos. De todos. Es un reconocimiento de lo que estamos haciendo y lo que falta por hacer.
Trofeos y medallas fueron entregados bajo un sol de justicia. Menos mal que estaba la marquesina y las sombras del pequeño jardín del puente tibetano pero, aun así, uno echaba de menos, a esas horas, el frescor de una cueva con servicio de bar porque, el resto, los participantes, negros como cerotes, estaban en la gloria.