El conquense Segundo Santos atesora una larga trayectoria como artesano del papel desde que allá por 1977 decidiera resucitar un hacer que en sus técnicas tradicionales estaba prácticamente extinguido en ese momento en nuestro país y que él iba a recuperar y revalorizar, a través de un atrevido y esforzado proceso de auto aprendizaje completamente autodidacta y de una tesonera consulta bibliográfica, empleando materias y modos de hacer históricos que le iba a llevar a convertirse en todo un referente nacional en ese campo y a colaborar con artistas plásticos tan prestigiosos como Eduardo Chillida, Antoni Tàpies, Lucio Muñoz, Gustavo Torner, Gerardo Rueda o Eusebio Sempere entre tantos otros. A ello añadiría posteriormente –a partir de 1996– una ejemplar aventura como editor de publicaciones de exquisito formato en las que literatura y plástica se daban la mano en ediciones –las ediciones de El Pergamino de Trapo– de elaboración también totalmente artesanal y manual. Casi era por ello lógico que acabara desarrollando –su preciso saber técnico aliado con su educada sensibilidad plástica– una producción artística personal que ha permanecido fuera de foco por nunca expuesta en público pero que ahora va a salir a la luz en la muestra que este miércoles 9 de julio, a las siete de la tarde, va a inaugurar en la Sala ACUA de Cuenca gestionada por el Aula Cultural de la Universidad de Castilla-La Mancha, en convocatoria propiciada por la Asociación Cultural Poesía para Náufragos dentro del Programa de Ampliación y Extensión del Festival que cada mes de noviembre este colectivo celebra en la ciudad.
En esta exposición Segundo Santos presenta toda una serie de realizaciones que, casando su habilidad artesanal como creador de soportes con la sabiduría de un ver fecundamente adiestrado en la contemplación de la belleza, ha creado a partir de la utilización de imágenes o de fragmentos de imágenes ajenas provenientes tanto de la tradición pictórica como de la propia realidad icónica de nuestro presente, partícipe con ello de un modo de hacer más que bien documentado en toda la Historia del Arte: la utilización de trabajos preexistentes como base de la propia obra. Segundo Santos lo lleva a cabo mediante un proceso creativo que descontextualiza y reutiliza esos materiales ajenos –aportándoles además el valor añadido de su conjunción con la asimismo estética conformación de sus trabajados soportes– para constituir una unitaria propuesta artística con la sola, pero en verdad que arriesgada intención, de conformar obras estéticamente bellas. Unas obras, como se dice en la Hoja de Sala de la muestra “hijas de un proceso en el que el adueñamiento de imágenes ajenas le sirve como óptimo acicate para crear, desde su descontextualización y posterior recontextualización, otras nuevas, radicalmente personales, imágenes de imágenes en fecunda intertextualidad nacidas de la inquieta y genésica mirada de su hacedor (…) en las que palpita, impagable regalo, el temblor mismo del arte”.

