Fueron dos grandes deportistas, entre otras muchas a lo largo de la historia, Roberta Gibb en 1966 y Kathrine Virginia Switzer en 1967, las que visibilizaron de forma contundente la terrible discriminación, oh sorpresa, que sufrimos las mujeres también en el ámbito deportivo. La primera de ellas corrió durante tres años la Maratón de Boston escondida bajo la capucha de una sudadera y sin dorsal por la prohibición existente de participación de las mujeres en las pruebas deportivas; en el caso de Kathrine tuvo que inscribirse como KV Switzer, por la misma prohibición, y dio lugar a la foto más infame e impúdica de la historia, cuando uno de los comisarios de la carrera corriera tras ella, la zarandeara y le espetara: “Sal de mi maldita carrera y devuélveme esos dorsales”.
Estas deportistas siguen de actualidad, entre otros motivos porque, a día de hoy, uno de los ámbitos en el que las mujeres sufrimos mayor discriminación es el deportivo, tanto en su práctica amateur como a nivel profesional. Concretamente, en nuestro país, muy pocas mujeres, deportistas profesionales, son reconocidas con un contrato profesional, como sí ocurre en el caso de nuestros compañeros varones, y si estos existen suelen ser abusivos, como ocurre con algunas cláusulas con motivo de la maternidad. La práctica deportiva femenina viene ligada a una realidad carente de derechos económicos, laborales, de relaciones con las organizaciones o de escasa o nula promoción profesional.
Esta semana conmemoramos el 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres, y lo hacemos una vez más con la clara intención de cambiar el sistema patriarcal que nos oprime y nos discrimina en todos los ámbitos y a todos los niveles.
En este sentido, hay que celebrar el compromiso del Gobierno de Pedro Sánchez y del Ministerio de Cultura y Deporte en materia de igualdad, también en el ámbito deportivo, con diferentes medidas que ha puesto en marcha a lo largo de la legislatura, entre otras el hito histórico que ha supuesto la calificación como profesional de la liga de fútbol femenina.
También el proyecto de Ley del Deporte, ya aprobado en Consejo de Ministras y Ministros, que ya ha iniciado su tramitación parlamentaria y que en su artículo 4 establece un marco específico de promoción de la igualdad efectiva en el deporte, combatiendo entre otros la brecha salarial y los techos de cristal, poniendo en marcha mecanismos de prevención y sanción de la violencia de género en la práctica deportiva, también con la obligatoriedad de los planes de conciliación y corresponsabilidad o la visibilización de las deportistas en los medios de comunicación.
Queda mucho trabajo por hacer para mejorar la situación que a día de hoy viven nuestras deportistas y desde las instituciones seguiremos luchando por ello, porque como dice la filósofa Amelia Valcárcel: “Deseamos una vida plena, con el mismo valor, con los mismos derechos, en donde su sentido no venga determinado por el sexo con el que naces”.
Opinión de Gracia Canales, diputada nacional por el PSOE de Cuenca
