2023 será recordado por otro de esos años en el que a los españoles nos tocó votar en más de una vez. Algo poco habitual, pero que ya nos ha tocado vivir en más de una ocasión en nuestra generación.

Pero sean autonómicas o general, las elecciones terminan siendo una confrontación de relato entre vencedores y vencidos. Un relato que no siempre obedece a los datos, sino que en muchas ocasiones es más una cuestión de sensaciones.
Por ejemplo, la sensación es que el Partido Popular fue el partido que mejor salió parado en las elecciones municipales y autonómicas del mes de mayo en Guadalajara, tras recuperar un diputado regional, volver a gobernar en la capital e imponerse en localidades importantes como Torija, Pastrana o Almoguera. Sin embargo, los datos dicen que el PSOE consiguió 678 concejales en total, por los 492 del PP.
Si nos vamos a las elecciones generales del 23J, los dirigentes provinciales del PSOE se sentían vencedores en sus declaraciones, al ser el partido que más cerca tiene poder gobernar en España en los próximos 4 años. Pero de nuevo, los datos dicen otra cosa.
La candidatura popular al Congreso, encabezada por Antonio Román, lograba el 39,64% del apoyo en la provincia, por el 33,76% de la del PSOE de Alberto Rojo. Una diferencia que crecía al hablar del Senado, con el cabeza de lista del PP, Lucas Castillo, haciéndose con el 41,49% de los votos. La socialista Araceli Martínez se quedaba en el 34,76%.
Todo esto no deja de alimentar un mantra que entre los partidos políticos siempre se ha tenido, que no es otro que nunca decir que se había perdido unas elecciones (a no ser que el resultado sea muy escandaloso). Ahora parece que hay que añadir una variable más, que es la de saber diferenciar entre lo que dicen los datos y las sensaciones que quedan.
Liberal de Castilla