También, en Cuenca, estaban allí a lo lejos muchas mujeres que habían seguido a Jesús en su camino al Calvario.
El Evangelio dice que José, pues, tomando el cuerpo de Jesús, lo envolvió en una sábana limpia y lo perfumó según la costumbre de sepultar a los judíos. La tradición en Cuenca, que también es evangelio, es llevar al cuerpo muerto de Jesús -obra de Marco Pérez- por sus calles en medio de un silencio sepulcral.
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