El presidente de la Diputación Provincial de Cuenca, Benjamín Prieto, ha visitado las instalaciones del Centro de Conservación y Restauración de Bienes Culturales, pudiendo conocer los últimos detalles sobre los trabajos que están llevando a cabo. Visita que, por cierto, ha coincidido con la reciente llegada del último encargo para restaurar: un cuadro del siglo XVII procedente de Buenache de Alarcón.
Prieto ha destacado la intensa actividad que tiene en la actualidad este recurso de la Diputación, después de que en los últimos siete años experimentara un fuerte impulso, fruto de la especial preocupación de este equipo de Gobierno por la conservación y puesta en valor del patrimonio histórico-artístico como herramienta para el desarrollo de nuestra provincia. Y es que, en su opinión, con este tipo de actuaciones no solo se refuerza la identidad de nuestros pueblos, sino que, además, se incrementa su atractivo como destinos de turismo cultural.
Intensa actividad que, según el presidente de la Diputación, ha quedado más que patente con la entrega este verano, una vez restaurados, de la predela de un retablo del siglo XVI a Carrascosa del Campo, el lienzo de El Buen Pastor (s.XVII) a Olmeda del Rey y una tabla de la Anunciación de la Virgen a Yémeda. Trabajos éstos que, tal y como recalca, se suman a los que están acometiendo en la actualidad, que no son otros que la restauración de un pergamino del siglo XVI de Horcajo de Santiago, un lienzo de ánimas de grandes dimensiones de Villaescusa de Haro y, por último, el recién llegado cuadro del siglo XVII de Buenache de Alarcón.
No es de extrañar, en consecuencia, que el presidente solo tenga palabras de agradecimiento y reconocimiento al personal del Centro de Conservación y Restauración por su esfuerzo, profesionalidad y dedicación.
Cuadro de Buenache de Alarcón
Los trabajadores del centro han dado cuenta al presidente del estado de conservación del lienzo procedente de la iglesia parroquial de Buenache de Alarcón, que, en términos generales, no está excesivamente deteriorado, por lo que no será necesario ningún tratamiento especial. De hecho, lo que peor está es la capa de pintura que presenta algunas pérdidas y, sobre todo, que está fuertemente craquelada. A ello se suman los problemas comunes en este tipo de obras, que no son otros que la oxidación de barnices oscureciendo la obra y los depósitos de suciedad superficial.
Es por ello que la restauración a realizar pasará por el traslado del lienzo a un bastidor de tensión, la rectificación de las craqueladuras mediante el sentado con cola de conejo, la limpieza de la superficie y la restitución de las pérdidas de pintura con técnicas de estucado y reintegración.
La obra
Aunque está a falta de un informe definitivo, los restauradores creen que este cuadro de 2,81 de alto y 1,38 de ancho se puede datar entre los años 1650 y 1690, perteneciendo, por lo tanto, al barroco. Representa una estructura arquitectónica compleja, que denota un alto nivel de perspectiva y dibujo, lo que invita a pensar que podría tratarse de un autor perteneciente al ámbito de alguna academia o taller de un pintor importante, del estilo, por ejemplo, de los valencianos Vicente Giner o Vicente Salvador, especializados en dibujos con arquitecturas y la inclusión de varias escenas con múltiples personajes.
En este caso concreto, está representados tres momentos de la infancia de Jesús —la adoración de los Reyes Magos, la circuncisión o presentación en el templo y la adoración de los pastores— y una cuarta escena que podría corresponder al Sueño de Jacob con la escalera hacia el Cielo por la que suben y bajan los ángeles.
En definitiva, una obra de calidad con una iconografía compleja y muchos personajes, por lo que se espera que, tras su restauración, el resultado sea espectacular.