Trabajo, sudor, esfuerzo y sacrificio fue lo que utilizó como premisas fundamentales el Ciudad Encantada para llevarse la victoria del pabellón pontano. En el lugar en el que el año pasado se quedaron a las puertas de la Copa del Rey, se quitaron esa espina, venciendo a su rival 31-35. Además de la ya mencionada herida, también pudo hacer olvidar los últimos tres partidos de la competición, un pleno de derrotas.
El primer capítulo del libro que contenía el guion del encuentro entre el Ángel Ximénez Puente Genil y el Incarlopsa Cuenca empezó a la velocidad similar a la de un rayo. Pontaneses como conquenses no perdieron el tiempo en batir la meta rival. Muestra de ello era que en los primeros cinco minutos de juego se había celebrado 10 goles.
En el nudo del partido, fue a los de las tierras de las casas colgadas a quienes se les atragantó. Con la renta en su contra, siendo hasta de cuatro goles, eran claramente dominados por el juego rival. No obstante, a pesar de que leían lo escrito por el Puente Genil, no dejaban ampliar más allá la distancia entre ambos.
De otra forma se empezó a leer el partido cuando Nacho Moya, desde su zona de confort de los 7 metros, impuso las primeras tablas del partido. Aunque no fue la piedra angular que definió el partido, simbolizó una advertencia de sus capacidades de revertir la situación.
Con las tablas con las que se inició la primera edición del encuentro se terminó el mismo. La única diferencia eran los 19 goles que provocaron ambos equipos (19-19). El correspondiente y definitorio segundo tomo siguió el ritmo visto. No obstante, tras haber seguido por detrás a su rival, el Incarlopsa Cuenca tomó, por primera vez en el partido, la delantera en el electrónico. Fue en el cuarto minuto cuando Leo Prantner al contraataque puso el 21-22. Instantes después llegó el gol de Alex Pozzer que daba el 21-23.
La reacción no tardó en llegar por parte del equipo de Paco Bustos. El colchón de dos goles se esfumó con el paso de los minutos, volviendo a lo ocurrido en el desenlace anterior. Los jugadores de la legión pontana sufrieron un cambio de papeles. Lo que antes era dominio y solvencia ofensiva se cambió por frustración y presión para seguir a su rival. Por su parte, los rojos, con la pluma en mano, eran los que marcaban lo escrito en el partido.
Así, ambos equipos llegaron al final del partido sin conocer el destino de los puntos en juego. El primer tiempo muerto de Paco Bustos de la segunda parte llegó en el 23´. Con un 29-30 en su contra, intentó redoblar a los de Lidio Jiménez. No obstante, fueron estos últimos quienes dieron un paso al frente. Un parcial 0-3 con Fede Pizarro como protagonista dejó sentenciado el duelo, a falta de dos minutos. De esta forma, con la situación muy favorable, pudieron certificar la victoria y hacer olvidar la racha de tres derrotas consecutivas con el 31-35 final.
Por Nahuel Briscek