Desde el mes de junio del año pasado hasta la fecha un total de 104 familias y 388 personas, han tenido acceso a las Tarjetas Monedero en la provincia de Cuenca.
Cáritas Diocesana de Cuenca. 26 de septiembre de 2024.
Un proyecto apoyado desde el Obispado de Cuenca que tiene como objetivo principal cubrir las necesidades básicas de alimentación y de productos de higiene y limpieza de familias acompañadas por las Cáritas Parroquiales de la Diócesis de Cuenca y que están en situación de vulnerabilidad y exclusión social, impulsando a su vez el consumo local. Los resultados positivos, tanto en las personas que han participado, como en los equipos de Cáritas Parroquiales anima a Cáritas a seguir construyendo un futuro esperanzador, donde el resultado sea el trabajo de la comunidad cristiana.
Una labor conjunta de las Cáritas Parroquiales
En el proyecto han participado un total de 10 Cáritas Parroquiales que han realizado un trabajo de escucha, compasión y compromiso: 6 en la capital conquense (CP San José Obrero, CP San Esteban, CP San Fernando, CP San Julián, CP Santa Ana y CP El Salvador) y 6 en la provincia (CP Sisante, CP Mota del Cuervo, CP Horcajo de Santiago, Parroquia de Palomera, Parroquia de Beteta y Canalejas del Arroyo).
Un proceso de acompañamiento personalizado
Para llevar a cabo la iniciativa, se imparte una formación a los equipos de voluntarios con el objetivo de poder realizar un correcto acompañamiento y seguimiento de las personas participantes, siempre desde la confianza, la compasión y la construcción de encuentros con las parroquias, con el objetivo siempre de acoger a las personas más vulnerables.
Cáritas y el derecho a la alimentación
Con las tarjetas monedero se pretende que las personas tengan autonomía a la hora de elegir qué necesitan para cubrir sus necesidades básicas. Con el acompañamiento por parte de las personas voluntarias, se promueve un consumo responsable, acorde a la propuesta del papa Francisco de “luchar por un mundo mejor, donde nadie sea vulnerado y donde la fraternidad se convierta en una realidad, fuente de alegría y esperanza para todos” y nos recuerda que “por un lado, millones de personas padecen hambre y, por otro, se observa una gran insensibilidad ante el desperdicio de alimentos».