Leonor Nieto se fue atravesando el puente infinito en busca de su Soledad y de los alfileres de cabeza blanca, y cabeza negra, que un día dejó escondidos entre enaguas y vestidos para que, llegado el momento, prendieran la Una en la otra en esa especie de abrazo cuando, en la puesta en andas, y en sus andas, Leonor colocaba con mimo el corazón con los 7 puñales, con los 7 dolores y el pañuelo blanco iniciando, así, una eternidad santa, invisible, por calles sin suelos en los que las sombras ni aparecen por culpa de una luz que, según dicen, muestra un camino en el que la soledad no existe.
Blanca Benito, alumna aventajada de Leonor, decía esto en una entrevista realizada el 24 de marzo del pasado año. “Desde 1981 he estado con ella, con Leonor. Anteriormente estaba doña Isabel Calleja de camarera pero, por motivos de edad, y de salud, presentó la dimisión porque no podía, estaba muy mayor y, entonces, se nombró a Leonor que aceptó el cargo a condición de que nombraran a una ayudante de camarera por lo que pudiera pasar. Se propuso en Junta General y, de allí, salí yo en el año 1981. Estuvimos juntas hasta que Leonor se marchó en el 2012, también por motivos de salud y de sus rodillas”.
Ahora sí que se ha marchado, al otro lado del puente, dejando alfileres que prender en las luces del alma y en las voces, apagadas hoy, del que fue su Coro del Conservatorio.
El Liberal de Castilla e Informaciones de Cuenca, trasladan su pesar a toda la familia Guardia Nieto.