Solemne festividad del Corpus Christi en Guadalajara, con la celebración de la eucaristía oficiada por el vicario general de la Diócesis, Agustín Bugeda, en el templo de San Francisco y la posterior procesión eucarística por las calles del centro de Guadalajara tapizadas y aromatizadas con cantueso en todo su recorrido, desde la iglesia San Francisco, por la Carrera, calle Mayor, Miguel Fluiters e Ingeniero Mariño hasta la concatedral de Santa María.
Como manda la tradición en la procesión ha participado la Corporación municipal, cerrando la comitiva que desfila tras el templete del Santísimo, donde se incorporan por este orden las autoridades eclesiásticas, militares y civiles, siendo los miembros de la Corporación quienes cierran el desfile, tras el estandarte municipal y los cuatro maceros, con la alcaldesa de Guadalajara, Ana Guarinos, en último lugar portando su bastón de mando y flanqueada por policías locales de gran gala y por último la banda del Cristo del Amor y de la Paz.
Por delante de la custodia del Corpus desfilan los dulzaineros y la Cruz procesional, así como la Cofradía de los Apóstoles, una hermandad con más de quinientos años de historia en la ciudad, con sus doce Apóstoles y Jesús, caracterizados con sus barbas y sus túnicas, que portan el atributo personal con el que se identifica cada Apóstol: las llaves de San Pedro, el cayado de peregrino de Santiago, la pluma de San Juan, la escuadra de Santo Tomás, la cruz de San Andrés, el hacha de San Judas…
Los Apósteles han desfilado rodeados por más un centenar de niños y ñiñas de primera comunión, algunos de ellos iban sembrando pétalos de rosa en el camino, pétalos que también llovieron desde algunos balcones al paso de la custodia, que también era recibida a la llegada a cada templo con un repique de campanas.
Cientos de ciudadanos han acompañado todo el recorrido de la procesión del Corpus, con la balaustrada de La Carrera engalanada con pendones, al igual que el balcón del Ayuntamiento y con vistosas alfombras de serrines de colores en los tramos de calle próximos a las sedes de las cofradías, que son quienes con mucho esmero y trabajo las elaboran el día de antes, cada año con patrones más pictóricos y espectaculares.
También había pequeños altares dedicados a la Virgen, decorados con flores y ofrendas a las puertas de San Nicolás, de la iglesia de Santiago y en los soportales de la concatedral, en cuya plaza, una vez terminada la procesión y con los Apóstoles y la custodia sobre el escenario, los feligreses han recibido la bendición impartida por el vicario.
