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La Odisea de Mazón. ¿Dónde estuviste?

Por Liberal de Castilla
jueves, 27 de noviembre de 2025
en Opinión
Tiempo de lectura: 5 minutos
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francisco-r-breijo-marquez
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Es un mundo del espectáculo y la política, un combo letal que añade chispa a nuestras vidas. Nos encontramos otra vez ante la figura pública del momento: Mazón. Oh, el gran Mazón, que parece haber decidido que ser político no es suficiente, y ahora también quiere añadir «artista» a su currículum. El tema de discusión del día: su misteriosa desaparición de una hora y pico antes de aparecer en el CECOPI. Como si de un episodio de una telenovela se tratase, los medios de comunicación han decidido acorralarlo. ¿La pregunta del millón? “¿Dónde estuviste?” Si esto no es lo más divertido que hemos visto en semanas, ¿qué es?

Los reporteros, con su olfato de sabueso, han estado husmeando en la vida de Mazón como si cada movimiento suyo fuese un episodio de investigación criminal. Seguramente, en la redacción de algún periódico, ya están barajando títulos como “El Misterio de la Hora Perdida” o “Mazón: Una Hora en la Sombra”. ¡Porque, claro, lo que el mundo necesita es un reportaje de tres páginas sobre cómo un hombre se fue a hacer sus cosas durante setenta minutos!

Francisco R. Breijo Marquez

Y qué decir de su llegada al CECOPI, como si lo estuvieran esperando en una especie de simulacro de premios Oscar. “¡Mazón, llegó! ¿Dónde estuviste?” gritan los periodistas, mientras él, entre risas nerviosas y con esa sonrisa forzada que todos conocemos, intenta esconder el tembleque en sus rodillas. Una hora, amigos, fue lo que necesitó para cambiarse de ropa y repasar su discurso. ¡Qué escándalo! Imagínense un político que se toma su tiempo. ¡La osadía!

Aquí es donde entramos en el bello mundo de la morbosidad mediática. No contentos con la simple pregunta “¿Dónde estuviste?”, hay rumores que vuelan por los pasillos: “¿Habría alguna coyunda con la periodista?” ¡Ay, las delicias del chisme! ¿Por qué conformarse con lo superficial cuando puedes meter la pata hasta el fondo? La gente parece tener más interés en la vida privada de Mazón que en sus políticas. Y es que, seamos realistas, a nadie le importa cuál es su postura sobre el cambio climático si podemos especular sobre su vida amorosa. ¡Eso sí que es información relevante!

Mazón, por su parte, debe estar pensando en cuánto tiempo tiene que seguir con este teatro. “¿Por qué están tan interesados en mi vida personal?”, se debe preguntar mientras se ajusta la corbata. Su respuesta podría ser un simple “Déjenme en paz”, pero no, esa no es la forma de ganar corazones, ¿verdad? Así que, sigue sonriendo, aunque esté deseando que un rayo lo parta en este momento tan incómodo.

Pero claro, la actualidad manda, y lo que más vende es el morbo. Así que por supuesto, las especulaciones son el plato fuerte. Nos encontramos ante un espectáculo donde la ética ha sido arrojada por la ventana, junto con las expectativas de tener una conversación sustancial sobre los problemas que realmente importan. ¿Y si Mazón se tomo un café con la periodista? Eso no es un escándalo, eso es simplemente una reunión de trabajo… o quizás un intento fallido de descifrar un rompecabezas de crucigramas.

Lo más divertido de esta situación es que Mazón ha jugado el juego del “hombre ausente” a la perfección. Se ha hecho desear, y en medio de esta tormenta mediática, resulta que nos olvidamos de lo que realmente importa: su música. ¡Ah, sí! Su carrera como cantante, ese verdadero tesoro escondido que tantos han olvidado. No sé si la culpa es de él o de nosotros, pero es difícil seguir al dedillo los eufóricos pasos de un hombre cuya voz suena como un gato atrapado en una licuadora. Pero, claro, eso es solo un detalle menor.

Así que, mientras el mundo se lanza al agua con la esperanza de redactar el mejor artículo sobre la vida amorosa de Mazón, la verdadera cuestión sigue sin respuesta: ¿y su música? Tal vez deberíamos cambiar el enfoque, en lugar de indagar en su “dónde estuvo”, deberíamos preguntarle por qué decidió convertirse en cantante en primer lugar. Y no me malinterpreten, estoy seguro de que Mazón es un tipo encantador ( mentiroso, pero con encanto) pero que cante… eso ya es otra historia.

Finalmente, y esto es lo más irónico de todo, al final del día, lo que la gente realmente quiere saber es si va a lanzar un nuevo sencillo para más desespero general y haga que toda esta controversia valga la pena. ¡Imaginemos el titular! “Mazón: la voz del pueblo y el ícono de la controversia”. Claro, eso también puede sonar como un mal chiste, pero el mundo está lleno de grandes ironías.

Y es que, sinceramente, ¿qué más podemos esperar de un país que ha colocado a sus mediocres en el pedestal del estrellato? La política y el entretenimiento han bailado este vals retorcido durante tanto tiempo que ya no saben separarse. La creación de ídolos de barro como Mazón nos deja claro que, para sorpresa de nadie, la realidad supera a la ficción. Es como si un grupo de guionistas de Hollywood hubiese decidido que, en vez de hacer una película, optarían por la mejor comedia de la vida real, donde, claro, todo es absolutamente ridículo.

Así que aquí estamos, embelesados ante esta obra maestra del absurdo. La pregunta no es dónde estuvo Mazón, sino cómo es que hemos llegado a un punto en el que el escándalo es más atractivo que el contenido. Y mientras tanto, su música sigue siendo el eco de un susurro en un concierto vacío. ¿Cómo puede algo causar tanto revuelo sin ninguna sustancia detrás? Estamos frente a un fenómeno en el que el personaje se convierte en el centro del universo, mientras que su trabajo real queda relegado a simplemente ser una nota al pie.

Esos días en los que alguien podía tener una vida privada libre de la intimidante lupa mediática parecen haber quedado atrás. Mazón, con su habilidad para generar drama, está atrapado en un ciclo del que no puede escapar. Cada aparición pública genera más preguntas que respuestas, mientras sus detractores y seguidores se pelean por un pedazo de la verdad, que probablemente ni siquiera él conoce. La carrera de Mazón, su imagen y su dignidad se han convertido en una especie de circo, donde el león no es el rey de la selva, sino la figura poco trascendental que genera más risas que admiración.

Mientras tanto, la prensa no se detiene; están haciendo su trabajo, lo sabemos. Pero, ¿por qué no enfocarse en las cuestiones serias? Tal vez si todos se calmaran un poco y dejásemos de estar tan obsesionados con la vida amorosa de un cantante-más-que-político y empezáramos a cuestionar estas sinfonías mediáticas, tendríamos más respuestas sobre el verdadero estado del país.

¿No sería encantador pasar más tiempo hablando sobre propuestas de política pública que analizar a Mazón como si fuera la piedra filosofal de nuestros problemas? Tal vez, solo tal vez, si salimos de este remolino de chismes y dramatismo, podamos descubrir una melodía más armoniosa entre la política y la cultura. Pero por supuesto, mientras el escándalo sea tan sabroso, seguiremos bailando al son de este socavón de noticias.

Y así, en un giro de eventos absolutamente escalofriantes, seguiremos en esta odisea por la verdad o, en su defecto, un segundo sencillo de la “estrella” Mazón. ¿Qué más podemos hacer?

El espectáculo debe continuar, aunque el espectáculo sea, en su esencia, algo completamente banal.

Pero bueno, ¡déjenlo en paz! Que como cantante es un asquito, pero como fuente inagotable de entretenimiento, es realmente un fenómeno.

En fin: “más cornás da el hambre”.

 

Firma invitada: Francisco R. Breijo-Márquez. Doctor en Medicina.

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