Increíble. Esa es la palabra que podría definir la temporada del Liberbank Cuenca ¿Quién se hubiese imaginado que este equipo iguale algo parecido a lo ocurrido el año pasado? Respondo en nombre de todos creo, nadie, los más optimistas hubiera pensado en clasificar a EHF Cup un año más. Pero, estoy al 200% seguro, que nadie hubiese planeado esa eliminatoria ante el Alpla HC Hard, donde los locales DESTROZARON a su rival. Ni el Barça hubiese ganado ese partido en el Sargal con una diferencia de 16 goles. Y lo mejor estaba por llegar.
Primer partido de competición europea en casa ante el Holstebro. Sí, ese equipo con el que el año pasado pudimos conseguir los únicos dos puntos de la competición. Después de haber pasado esa fase de grupos, el equipo danés se consagró cuarto a nivel europeo. Nosotros le ganamos al cuarto de Europa y nos veíamos las caras una vez más. En la previa del partido, las lesiones dejaron a la plantilla llena de bajas. Aún recuerdo ese partido, llegué al Sargal con un buen mate calentito de primer plato puesto que el plato principal se vivía en el 40X20. No podía creérmelo, una vez sonó la bocina en el final, me tuve que echar agua caliente y me di cuenta que, el equipo con más parches y con bajas fundamentales, lo hizo otra vez. Da igual quien este, lo que importa es la filosofía y el estilo que se propone desde el banquillo. Armando Arce, un chaval de 17 que jugó el partido entero, estuvo brillante con sus dos goles y sus labores defensivas. Próximo destino: Nimes, Francia.
¿Puente del Gard, Arena de Nimes, Jardin de La Fontaine? No era el destino de los conquenses. Los once jugadores, con los que contaba Lidio para enfrentarse al Nimes, tenían entre ceja y ceja una cosa: asaltar el Le Parnasse, cosa que hicieron. Si hubiera dicho antes que todo esto pase que uno de los mejores equipos de Francia iba a celebrar un empate ante Cuenca me hubieran dicho que cuente otro chiste. Como dice ese dicho popular: “entre broma y broma la verdad se asoma”, solo me confirma que estamos locos en esta ciudad. Loco hay que estar para trasladarte a Francia o Alemania y dejar todo. Loco hay que estar para dejarte la voz en un partido. Loco hay que estar para que en el balonmano nacional seas reconocido. Esa es la clave, la locura. Estamos viviendo una historia de locos, pero le falta la guinda.
Hace un año vivíamos una locura, jugar una final de Copa del Rey ante, nada más y nada menos que, el Barça Lassa, uno de los mejores equipos de balonmano a nivel continental. Por desgracia, los de Xavi Pascual se consagraron campeones, pero, si te enfrentas a un equipo que lleva más partidos invictos que jugados es normal que ocurra algo así. La pregunta es, ¿Por qué no se puede repetir la hazaña? Jugar una final simbolizaría, al 99%, la clasificación a competición europea.
En la Liga Asobal, el equipo castellanomanchego está un puesto debajo de la zona de acceso a EHF Cup a cuatro puntos del Bidasoa. Quiero ser positivo pero el calendario no me lo permite y menos cuando tienes que visitar el Palacio de Deportes de León y el Palau Blaugrana. Además del viaje a Cantabria, para medirse al Sinfín con quien perdió en El Sargal, lugar donde se enfrentará al Bidasoa, Granollers y Benidorm. Si se logra el objetivo este fin de semana todas las preocupaciones, dolores de cabezas y angustias por no jugar Europa el año próximo lo podremos ahorra para invertirlo en la propia competición.
Soñar no es de locos. De locos es no soñar con este equipo. Dos porteros que están mejor que nunca, una seguridad bajo palos. Unos extremos directos como flechas y precisos como francotiradores, trabajadores como pocos y explosivos como granadas. Una dupla brasileña que pone la garra del equipo junto a un central mágico que lleva la batuta de lo que ocurre. Unos pivotes que no se tumban ni con tanques, creando huecos para hundir al meta rival. Y con un cuerpo técnico que, sin importar que juegue con piedras en la pista, sacarán lo mejor de cada uno. Con todo esto sobre la mesa, me gustaría preguntar algo: ¿Es de locos ilusionarse o lo es no hacerlo?
Opinión de Nahuel Briscek