La cercanía de las elecciones y el ocaso de su otrora líder en Andalucía, Susana Díaz, está produciendo en Emiliano García-Page un efecto de amor y pasión por la bandera nacional que bien podría interpretarse como una estrategia para ganarse indecisos antes de que estos caigan en las redes de Santiago Abascal. Sin embargo, en la situación política castellano-manchega esta actuación raya el ridículo si tenemos en cuenta que gobierna con Podemos, no muy amantes de la enseña nacional.
Emiliano García-Page, en efecto, ha asegurado hoy que “ninguna enseña local o regional sobrepasa la emoción que genera la bandera española, aunque para algunos sea un problema”. Una bandera, ha añadido, que en España “tiene una importancia que va más allá del símbolo”.
García-Page gobierna en Castilla-La Mancha gracias al apoyo de dos diputados de Podemos. Uno de ellos, José García Molina, nombrado vicepresidente por Page, mantuvo una reunión con Oriol Junqueras en Barcelona poco antes de que éste entrara en prisión para «instar al diálogo desde la diferencia».
