Es la botarga de Iriépal por un torrente enmascarada, es la botarga de Iriépal de verde esparto y anaranjada, es la botarga de Iriépal muy cencerrada y abigarrada, es la botarga de Iriépal que vuelve a casa un San Blas más.
Con esta coplilla pegadiza, con letra de Marco Mesa, cantada por la ronda de Iriépal y coreada por todos los vecinos, la botarga de este pueblo anexionado de Guadalajara reaparecía esta mañana por San Blas, con el orgullo de todos los bubillos, que además han querido recrear en esta botarga la leyenda que da origen a su gentilicio, esa que cuenta que una abubilla anidó en la torre de la iglesia.
Así, con máscara de madera con penacho y pico, al igual que el mencionado pájaro, y un traje de verde esparto y anaranjado, como las abubillas, poco más allá de las 12 de la mañana esta botarga renacida, socarrona y burlona, ya correteaba detrás de toda la chiquillería de Iriépal, ahora amenazando con su cachiporra, ahora con su látigo y luego repartiendo caramelos, desatando las risas nerviosas de los más pequeños.
Hoy la fiesta de San Blas era más grande Iriépal, al recuperar la tradición de su botarga, desaparecida hace más de un siglo y al alcalde pedáneo, Andrés Herranz, han querido acompañar desde el Ayuntamiento de Guadalajara tres tenientes de alcaldes: Javier Toquero, Alfonso Esteban y Santiago López.
Y aunque es una botarga reinventada, pues no queda constancia documental de su ancestral indumentaria, se ha recreado con todo el simbolismo de la tradición. En su costado, más arriba de sus tres cencerros, lleva bordada la cruz del campanario, esa que dicen que escalaron con cuévanos (cestas) de esparto para coger la abubilla. También están bordadas en el traje las roscas de San Blas, las candelas y una flor del Baile del Farolillo, típico de esta fiesta.
La máscara la ha confeccionado José Pastor, con un tronco de chopo y mucha maestría artesana y el traje Ana Masa, que con el verde esparto, también hace un guiño al rodaje de Espartaco en la localidad, que en 1959 colocó a Iriépal en la gran pantalla, y que hasta ha cosido dos higos que también se comían por San Blas.
Con la música de la ronda y la botarga, la fiesta ha recorrido las principales calles del pueblo, antes de acabar en la plaza del Lavadero, donde por cuadrillas se esmeraban cocinando las migas para el concurso vecinal.
La sobremesa estuvo amenizada por un discomóvil, pero a la noche regresa la tradición con el baile del farolillo, con flores de papel para sujetar las velas. Ya mañana, la misa y procesión de San Blas y un cuentacuentos pone el broche final a estas fiestas de invierno en Iriépal.