La Asociación de Vecinos Centro de Cuenca considera inapropiada la sustitución de las luminarias efectuadas en gran parte de la ciudad ya que creen que únicamente se ha considerado la variable de la eficiencia energética, sustituyendo unas lámparas por otras de menor consumo sin tener en cuenta aspectos estéticos de la propia luminaria y del entorno.
Para ilustrar su crítica, la Asociación de Vecinos remite un escrito elaborado por Mercedes León Millán, una arquitecta experta en iluminación donde describe este problema que transcribimos a continuación:
Como seres vivos, nuestro ciclo vital gira en torno a la luz. La luz puede hacernos sentir más calor o más frío; aumentar la productividad o conseguir relajarnos; centrar nuestra atención en un objeto o hacer que desaparezca. Por eso, todas las actuaciones que tengan que ver con la iluminación deben tener en cuenta el carácter funcional (ver), pero también el psicológico, tan arraigado en el ser humano.
La iluminación urbana de la mayor parte de las ciudades españolas se realizaba con vapor de sodio. Estas lámparas tenían muchas horas de vida y alta eficacia luminosa, pero muy baja reproducción cromática. Por eso, al llegar la noche, las calles de Cuenca se teñían de naranja, y los colores azules y verdes desaparecían.
Con la aparición del LED, se consiguen lámparas de bajo consumo y alta eficacia, que también nos ofrecen un abanico de temperaturas que reproducen fielmente los colores. Pero, como en todo, es necesario tener formación y conocimientos prácticos para decidir la opción adecuada.
Actuar en la iluminación de un entorno urbano como el de la ciudad de Cuenca es muy delicado. Está claro que tenemos que tener en cuenta la funcionalidad (ver, aportar seguridad al ciudadano), pero también la calidad visual y la sostenibilidad bien entendida. Una sostenibilidad bien entendida ha de pensar en el ahorro, pero también en la conservación del patrimonio y en el embellecimiento de la ciudad.
Me entristece enormemente la nueva iluminación de la ciudad de Cuenca, que no cumple con ninguno de los requisitos anteriores. No conserva el patrimonio, puesto que en vez de esforzarse por integrar la adecuada tecnología en las farolas antiguas, se sustituye la tradicional por otra que arroja un resultado impersonal. Tampoco se mejora la calidad visual, sino que empeora. Una de las características del LED, que hay que tener muy en cuenta, es que deslumbra, por lo que siempre ha de instalarse con un difusor que oculte la fuente, y que distribuya y difumine la luz. Las farolas instaladas en Cuenca dejan ver el LED directamente, lo que además de ser antiestético, genera deslumbramientos que molestan al viandante. Quiero añadir que los LEDS instalados tienen una temperatura de luz tan fría y poco acogedora que rompe totalmente con la imagen que todos los conquenses tenían de su ciudad. Por ejemplo, las farolas de la zona de la fuente del Portland.
El ciudadano tiene que identificarse con el espacio, con su ciudad, con su historia.
¿Por qué, si se hace una inversión púbica tan importante, no nos esforzamos en la mejora de Cuenca? Tristemente, el resultado es el contrario: ahora tenemos una ciudad que al caer el sol nos es desconocida, de noches tristes, impersonales y frías.
Cuenca está perdiendo su luz.