Reñido encuentro entre Incarlopsa Cuenca y Helvetia Anaitasuna, cuyo desenlace no dejó insatisfecho a nadie. Empate con 30 goles en un choque que cualquiera pudo llevarse el gato al agua. Un reparto de puntos que aprieta aún más la mitad de la tabla de la clasificación.
No era un partido más. Era el primero en casa tras el parón invernal. El equipo conquense volvía al Sargal para verse las caras con un viejo conocido. Si hay que recordar la última vez que el choque entre pamploneses y conquenses tenía testigos hay que remontarse al 6 de marzo de 2020 por Copa del Rey, una semana antes de que nuestras vidas cambiasen por el COVID. Tanto aficionados como jugadores esperaban el duelo con ilusión y con ganas de continuar con su estado de gracia.
Desde el bocinazo inicial, el Incarlopsa Cuenca tomó el protagonismo del partido. Nada más empezar, fueron los locales los que se sintieron cómodos en la pista. No obstante, en un choque entre dos equipos de esa talla, era de esperar que no existiese una diferencia notoria en el marcador.
Dos estilos de juegos bastantes distintos. Uno maduraba sus ataques cuando amenazaban la portería Ante Grbavac. Mientras, los de Lidio Jiménez, tenían al factor sorpresa como uno de sus pilares en sus ofensivas. Con la rapidez de Sergi March desde el central, al aficionado no le daba tiempo a asimilar lo ocurrido en la otra portería cuando el correcaminos dejó su estela.
En el momento en el que el marcador mostraba una renta a favor de los locales por 3 goles, instantáneamente después, Enrique Domínguez solicitó el tiempo muerto. Este tuvo su repercusión y, tras un parcial 2-4 a su favor, desde la escuadra conquense se optó por la misma vía de escape. El motivo de este último era la poca eficacia en los lanzamientos de cara a la puerta que defendía Marco Cancio. Sin embargo, esta no obtuvo el resultado esperado.
Los blanquiverdes se pusieron por delante, por primera vez en el partido, en el minuto 26 mediante una rosca de Arthur William (13-14). A partir de este punto, empezaron a aparecer en el partido las exclusiones de 2 minutos y los goles similares a pases de fútbol americano. Gracias a ello, Pablo simonet, en menos de 30 segundos, convirtió dos para mandar a el partido al descanso en tablas (16-16).
Con el segundo periodo, se empezó a ver un choque donde ambos equipos replicaban la jugada anterior de su rival. Muestra de ello fue la parada del meta de Anaita, contestada por el joven bosnio-croata segundos después. La diferencia que se sacaban, cuando se las acaban, siempre era de un gol. Parte de la culpa la tuvieron Thiago Alves, del incarlopsa Cuenca, y Arthur William, en el Helvetia Anaitasuna. Los dos jugadores brasileños llevaban el carro de sus respectivos equipos, uno en la faceta goleadora y otro distribuyendo el juego. Este último asistiendo en muchas ocasiones a su capitán, Carlos Chocarro, quien terminó con ocho dianas.
De esta forma, con el pulso, en su momento más igualado, ambos equipos llegaron a la recta final del partido. En este instante, todos los que estaban pendiente del parqué del Sargal sabían que cada jugada podía significar la victoria. Un gol de Thiago Alves le dio la oportunidad a su equipo de llegar al último minuto por delante. Sin embargo, en un deporte y en un partido tan igualado como este, Juan del Arco hizo lo propio para los suyos y cerró el 30-30 final.
El empate, en vistas generales, fue lo que se vio durante todo el partido en el pabellón conquense. Y, finalmente, fue lo que mostró el marcador al sonar el bocinazo, que dictaba sentencia. Tablas aprietan aún más a la clasificación y no sirve para los objetivos de castellanomanchegos ni navarros.
Por Nahuel Briscek