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En Huete, el día grande, sábado 26 de Mayo, se puso desde bien temprano las galas de tormenta aún a sabiendas de que, la auténtica, comenzaba nada más asomar Santa Quiteria por el quicio de la puerta de su ermita, ubicada en la plaza de San Gil, cuando el reloj marcaba las once y casi media de esa mañana.
Ni el himno Nacional, ni la lluvia de pétalos, ni el ruido de los fuegos artificiales ahogaban las voces quiterias lanzando vivas a la Santa que aparecía con una rosa roja en la palma. Lo demás, no cuenta. Lágrimas por lluvia, emociones abiertas en canal ante la santa y los Vivas que, cuando yo era pequeñito, mi abuela me enseñó a mí me han dicho desde siempre. El cielo, tuvo que esperar ante semejante tormenta de pasiones.
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