Hace unos días, el presidente de la Junta de Castilla-La Mancha se refirió a la despoblación, como si se tratara de un fenómeno natural, un huracán. El ambiguo discurso de García-Page sobre los estragos de la despoblación, podría contribuir a sembrar confusión. Como servidor público, el presidente del ejecutivo regional debería saber, que lo que verdaderamente causa estragos, lo que provoca destrucción, no es tanto la despoblación en sí, como la política del gobierno en las zonas despobladas. En efecto, es el gobierno regional, mediante sus actuaciones, no interviniendo o impidiendo que tengan lugar inversiones contundentes de recursos, el que crea las condiciones de posibilidad para favorecer avances o provocar retrocesos, en las zonas despobladas,
Si partimos de la base de que la importancia de las políticas se mide por la memoria económica que las respalda, es posible afirmar que para el gobierno de Castilla-La Mancha, la despoblación no es una prioridad. Si el gobierno de García-Page tuviera verdadero interés, por la provincia de la región más afectada por el reto demográfico, actuaría en consecuencia. Lo cual quiere decir que, de acuerdo con la Estrategia Regional frente a la Despoblación en Castilla-La Mancha (2020), promovería “el mantenimiento y mejora de la infraestructura y los servicios ferroviarios porque es indispensable para fijar población”. Además, siendo la provincia de Cuenca “zona a”, según la Comisión Europea (como más desfavorecida de la región), la concedería preferencia para la inversión de los fondos europeos durante el periodo 2022-2027. Por el contrario, si el gobierno de García-Page se dedica a ser cómplice en el desmantelamiento del ferrocarril y a no invertir en su renovación parte del caudal de los fondos europeos recibidos, además de ir en contra de su propia Estrategia regional y de los criterios de inversión fijados por la Comisión Europea, causará graves daños en las zonas despobladas de la provincia.
A la vista de lo expuesto, las preguntas que la ciudadanía de Cuenca nunca se debería dejar de formular son ¿por qué la Junta no tiene interés en modernizar el ferrocarril Madrid- Cuenca-Valencia, con paradas en numerosos núcleos rurales y esencial para fijar población? ¿por qué no invierte en Cuenca los fondos europeos que la corresponden, como despoblada y desfavorecida ?
Es probable, que el gobierno regional solo piense en términos de poder, en atrapar cuantos más votos mejor en las elecciones, y por eso se dedica a las zonas que son caladeros de votos importantes. Como desde esta perspectiva, Cuenca despoblada tiene escaso interés, el gobierno regional participa activamente en desmantelar el tren, no invierte fondos europeos para su renovaciòn, ni se le ocurre poner en marcha esos maravillosos planteamientos de ayudas (cientos de millones de euros) y avales (más de 1.400 millones para apalancar la deuda privada), con el propósito de favorecer inversiones públicas y privadas dirigidas a la modernización de la línea de ferrocarril. (Dicho entre paréntesis, estas ayudas y avales las proyecta realizar la Junta, en las zonas de expansión limítrofes con Madrid, en las que se dice que el «mercado no funciona normal»).
A la vista de lo expuesto, si queremos contener los estragos por el desmantelamiento del ferrocarril, la movilización ciudadana es indispensable. Por este motivo, hay que promover la cultura democrática y participativa, que lucha sin miedo y con alegría en defensa del tren como servicio público. Con este fin, se celebrará el último plante del trimestre (el trigésimo segundo), a las seis de la tarde en la plaza de España de Cuenca (frente a subdelegación del gobierno), el próximo martes 28 de marzo del 2023.
Opinión de Fernando Casas Mínguez