El voto de Casasimarro ni se compra ni se vende, no es un voto cualquiera porque representa la lealtad, la dignidad, el trabajo y el amor a la tierra.
Es el voto de equipo, la diversidad, la experiencia y la juventud, de la unidad y la concordia, la dedicación, el cuidado y cariño hacia las personas. Lleva también implícita la Fe del Santo Cristo, uno de los más grandes símbolos de unidad de esta Villa y ante el que hay que arrodillarse al menos alguna vez en la vida. Ayer tuve el honor de hacerlo por primera vez.
Casasimarro lleva implícita la alegría de la guitarra, el mundo del toro y la riqueza de los productos agroalimentarios, de unas setas excelentes, que ponemos en nuestras mesas cocinadas con todo el cariño para nuestras familias.
El voto de Casasimarro lo es también de la honestidad y la transparencia, de las cuentas claras de personas que trabajan para el bien común. Es el voto de la cercanía que atrae la amistad de quien llega de lejos para dar un poco más, para apoyar, para emprender, para crear empleo, para atraer empresas, para fijar población. Del presente y del futuro, de la esperanza y del vivero de realidades proactivas por el que trabajan aquellos que de verdad creen que es posible.
El voto de Casasimarro ni se compra ni se vende, es como el amor verdadero, que espera en algún cruce de caminos en la oscuridad de la noche para acompañarte hasta tu destino. Nada tiene que ver con las rupturas por orgullo y los malentendidos, con la aparición de oportunistas que solo buscan su ego personal o romper con la buena sintonía musical que caracteriza al pueblo. El voto de Casasimarro es el voto la humildad de quien se pone al servicio y tiene como aliados a los verdaderos custodiadores del territorio, los agricultores. Es el voto que cuida a los mayores y recorre cientos de kilómetros en solitario para proteger su salud. Es el voto de la juventud, de una juventud con criterio que diserta sobre soluciones para hacer frente a la despoblación, una juventud que propone, que se prepara para liderar el territorio, que escucha lo que quieren sus vecinos para poder ofrecerlo.
Es el voto de la lealtad, la valentía y el buen hacer de quien se sube a un escenario porque ha creído en algún momento de su vida en este proyecto municipal con hechos y con inversiones desde la Institución Provincial y se reafirma en su apoyo. Es el voto de las familias y las mujeres rurales. Ante todo, es el voto valiente de un equipo que mira a la cara a sus vecinos para estar de su lado. El voto de Casasimarro es también el voto de toda la provincia de Cuenca. Gracias al equipo del Partido Popular liderado por Oscar Pinar por la experiencia que nos ofrecieron ayer, los mejores embajadores de una villa que seguirá brillando gracias al voto de confianza construida entre todos. Casasimarro ni se compra, ni se vende. Casasimarro es melodía y crece.
Opinión de Yolanda Martínez Urbina