“¿Cuántas veces has atravesado Castilla La Mancha, sin detenerte a conocer qué hay en ella? Para y disfruta de Castilla la Mancha”. Este breve anuncio de propaganda se está difundiendo en distintos medios de comunicación, por encargo de la Junta de Comunidades. Es un spot publicitario corto que nos anima a parar en los pueblos de la región.
El mensaje que ofrece es magnífico. Es de justicia felicitar a las personas que tuvieron la feliz idea de diseñar esta publicidad turística inclusiva, abierta a todos los pueblos y ciudades de la comunidad, que nos propone la idea de viajar con paradas para disfrutar del placer de conocer y no atravesar la región a toda velocidad.
Bienvenido sea este mensaje publicitario como presagio de un cambio que pone en valor el desarrollo sostenible del mundo rural. Es alentador que Castilla-La Mancha defienda esta manera de hacer turismo, persuadiendo al visitante por la calidez de sus pueblos como remansos de paz, alejados del ruido y de las prisas, con parajes naturales que envuelven y seducen en los que consigues desconectar.
No obstante, lo sorprendente del anuncio publicitario es que va a contrapelo de la política oficial de la Junta. Resulta de lo más paradójico que el gobierno de Emiliano García Page al mismo tiempo que propone que nos detengamos a disfrutar de Castilla-La Mancha, esté colaborando con el administrador de infraestructuras ferroviarias (ADIF) en la supresión de la línea férrea 03-310 Aranjuez-Cuenca-Valencia y proyecte la destrucción de las estaciones del tren regional en las que podríamos parar.
Pero como nunca es tarde si la dicha es buena, habrá que confiar en que muy pronto tenga lugar la deseable rectificación. Esperemos que el gobierno de García Page comunique algún día que por razones de coherencia y para beneficiar al turismo rural de la región ha decidido pelear a muerte por el tren. Será una espléndida noticia saber que en aras del bien público abandona el proyecto de destruir el servicio público de ferrocarril que atraviesa la región, con estaciones en muchos núcleos rurales.
El cambio haría felices a los más de veinte pueblos por donde discurre el tren regional, a las organizaciones que recurrieron ante el Tribunal Supremo el decreto del gobierno clausurando la línea férrea (Comisiones Obreras y Ecologistas en Acción), a los alcaldes de los municipios que luchan por el mantenimiento de la línea, a las personas que los martes a las seis de la tarde hacen plantes frente a la iglesia de San Esteban de Cuenca para recuperar el servicio público de ferrocarril y a la ciudadanía que no protesta pero querría viajar en el tren que atraviesa con paradas los pueblos de Castilla-La Mancha.
Opinión de Fernando Casas Mínguez.
