El paso del Ensemble Dialogos por Cuenca y los sucesos en la catedral de Winchester en el año 964
Ya el cuidado programa de mano, que siempre realizan la Catedral y Mirabilia para cada concierto, reproducía la crítica sobre este concierto del prestigioso ‘The New York Times’: “Una obra tan magnífica y conmovedora que su parecido con lo que los oyentes medievales podrían haber escuchado es irrelevante”. Pero claro, esto teníamos que comprobarlo.
Uno de los primeros logros de un festival de música medieval como Mirabilia ya había sido conseguir ‘atrapar’ a esta afamada formación, con una intensísima agenda, para su actuación en la Catedral conquense, actuación única en España. Otro haber elegido de entre sus cuidadísimos programas este: Nexus Winchester. Un golpe de estado en la catedral alrededor del año mil. Y una más intangible, seguir situando a Cuenca en el mapa europeo de la música medieval.
Y comenzaba el concierto a escenario vacío en la Girola. Desde el fondo percibíamos unos preciosos sonidos de flauta y viola, eran los solistas Norbert Rodenkirchen y Albrecht Maurer, respectivamente quienes comenzaban a transportarnos al año 1000. Las fuentes musicales de este concierto procedían nada más y nada menos que del Tropario de Winchester y del manuscrito de Wulfstan de Winchester, Vita Sancti Aetheluuoldi, de la British Library, del siglo XI. Un repertorio musical a la altura de las pasiones de Bach, de las óperas de Monteverdi, de los cuartetos de Bartók… Y pronto comenzamos a escuchar este canto: ‘De repente, oí una voz que me llamaba por mi nombre y decía: «Aethelwold, Aethelwold, Dios te envía este mandato desde el cielo’ en las prodigiosas voces de Clara Coutouly y Katarina Livljanić.
Y ahí comenzamos a sumergirnos en una fantástica historia. La de los turbulentos acontecimientos ocurridos en la catedral de Winchester en el año 964, cuando el obispo Aethelwold expulsó a los canónigos seculares y los sustituyó por monjes procedentes de Abingdon, acusándolos de llevar una vida disoluta y escandalosa. El relato de estos hechos nos llega a través de Wulfstan, poeta, cantor y cronista contemporáneo, cuyas palabras —y los cantos que menciona— sirven de hilo conductor a este fascinante recorrido.
Con una puesta en escena cuidada, evocadora y sobria, Dialogos entrelazó el canto llano, la polifonía del Tropario de Winchester, improvisaciones instrumentales y narraciones dramáticas. Cuatro músicos recrearon la historia desde diferentes ángulos —como en un cuarteto literario— donde música, teatro, literatura y musicología convergieron. Se escucharon piezas con títulos insólitos como Berta vetula, Tuba o Bucca extensa, escritas hace más de mil años, pero con un poder expresivo que trasciende el tiempo.
Un momento intensísimo el que experimentamos en la Excommunicatio Leonis papae, texto y músicas poderosísimos del manuscrito 451 conservado en el Monasterio de Montecasino del siglo XI. También el maravilloso momento en que de nuevo en el Deus, deus meus, del Tropario de Winchester todos abandonan el escenario recorriendo la girola permitiéndonos escuchar ecos, melodías, de lejos, de cerca, a un lado y otro, envolviéndonos en un efectista y maravilloso momento.
Pero el concierto aún nos deparaba muchas más sorpresas, una única y que siempre quedará en nuestra memoria, inexpresable y difícil de describir, fue en momento en que Albrecht Maurer a la viola interpretó el Ploratum, una vez más, melodía sobrecogedora del Tropario de Winchester en que tanto la viola como su propia voz lloraban conmoviéndonos, expresando el grito desgarrado del Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? puesto en boca del obispo Aethelwold una vez que sus canónigos lo han envenenado. Nada más triste, desgarrador, desesperado, angustioso y a la vez tan bello y cargado de esperanza, como esta interpretación.
Y en efecto, el obispo Aethelwold fue salvado del veneno mortal, los perversos canónigos fueron expulsados de la Catedral de Winchester y terminó el concierto con un canto de alabanza a Dios y santificado el buen obispo con el canto Laude celebret.
Entendimos las palabras del crítico musical de The New York Times cuando afirmaba que este programa es una obra magnífica y conmovedora, y nuestra experiencia, sin embargo, es que esta crítica es demasiado escueta y escasa. Habíamos vivido una experiencia única, mística, espiritual que nos había transformado. Más, cuando comprobamos que los libretos que llevaban en las manos tanto Clara Coutouly como Katarina Livljanić, la directora e ideóloga de este programa, contenían los textos y partituras copiados con su propia letra a mano, tal como hacían los monjes copistas medievales. Sorpresa final!
Imágenes de Santiago Torralba
