
La fiesta del Corpus Christi es la última que se encuentra ligada a la Pascua de Resurrección de la que la separan sesenta días, y diez desde el domingo de Pentecostés. Se trata de una fiesta que, a pesar de sus vaivenes, no se limita al jueves propiamente dicho sino que los actos religiosos se repiten en diversos sitios al llegar la octava. Con esta festividad se completa lo que, antes, era una trilogía de celebraciones: “tres días hay en el año que relucen más que el sol, Jueves santo, Corpus Christi y el día de la Ascensión”.
El origen se remonta al siglo XIII y por tradición oral se dice que fue porque la monja Juliana comunicó a un canónigo de la iglesia de San Martín de Lieja que desde hacía algunos años tenía una visión a través de la cual, Dios, le había dado a conocer la institución de una fiesta en honor de la eucaristía de la que más tarde se interesará el papa Urbano VI. Pero gracias a un prodigio acaecido en la diócesis de Orbieto, determinó que el papa expidiera la bula y fijara como día señalado para esta celebración el jueves después de la octava de Pentecostés aunque, antes, se festejara en Toledo, Sevilla y Barcelona. Hay otros Corpus fuera de la fecha tradicional. En Fuentelespino de Haro, en la provincia de Cuenca, lo celebran también en Octubre desde que a mediados del siglo XIX, sacaran en procesión a la custodia deteniendo, así, un brote de cólera que produjo muchísimas muertes.

Además de sacar la custodia por las calles, ha sido costumbre la de programar actos y representaciones para dar mayor realce: autos sacramentales, danzas y cortejos de personajes bíblicos, cofradías etc
La celebración se caracteriza por adornar las calles con motivos vegetales: se confeccionan alfombras en el suelo con serrín coloreado, se esparcen igualmente por el suelo –sobre todo en el interior de los templos- plantas de la familia de las lavándulas, se cubren los balcones con colchas, mantones, reposteros, se instalan altares, echan pétalos de rosas etc.
Toledo se viste de fiesta adornando calles y cubriéndolas con los tradicionales toldos. Destaca, como no, la grandiosa custodia de Arfe realizada en el año 1515 como encargo del arzobispo Francisco Jiménez de Cisneros. Completan el cortejo cofradías, hermandades y capítulos.
En la de Guadalajara, uno de los elementos más llamativos era el dragón, alusivo al demonio, que desfilaría próximo al carro que recreaba el Infierno con individuos vestidos de negro y carmesí, que serían los pecados, junto a otros caracterizados como diablos. También había otro carruaje representando el Paraíso, con cuatro figurantes haciendo el papel de inocentes, con coronas de oropel, entre nubes hechas de piel de oveja.

Otros carros mostraban mártires y santos, a través de intérpretes o pintados. Los Apóstoles ya eran muy importantes en esa época; caminaban cubiertos con una careta o “rostro”, precedidos por Cristo, haciendo referencia a la institución de la Eucaristía en la Última Cena. También se instalaban a lo largo del recorrido pequeños escenarios, donde se llevarían a cabo sencillas representaciones o danzas.la Cofradía de los Apóstoles de la que hay noticias en el año 1452 y que, en su forma de actuar, recuerda ciertos actos de la Caballada.
Hay danzas en Porzuna (Ciudad Real), y danza y representación en Camuñas (Toledo) con ausencia total de de diálogo en la que dos cofradías protagonizan el festejo: los pecados y las virtudes o danzantes.
En la provincia de Cuenca, en Gascueña, aparece la Soldadesca de Ánimas que ya actuó en el carnaval.

Y de nuevo, en Guadalajara, además de la procesión en la capital hay que referirse a la octava del Corpus muy celebrada en algunos pueblos de la sierra entre los que destaca Valverde de los Arroyos en donde actúa un grupo de ocho danzantes, más el zorra y el gaitero que toca una flauta (sacada del cañón de un fusil) y el tamboril.
Danzantes que llevan una indumentaria muy vistosa y que cubren sus cabezas con lo que llaman “canastillo”. Aquí, en Valverde de los Arroyos, sale la procesión con la custodia bajo palio y los danzantes alrededor. Van hasta una era en donde ejecutarán la danza –a la vista de la chorrera de “despeñaelagua”- para posteriormente hacer la subasta de roscas, bailar la danza de las cintas e interpretar, por último, el auto sacramental “El papel del género humano”. La “doctrina» para la gente mayor de esa zona pintada de negro.
