La alcaldesa de Guadalajara, Ana Guarinos, ha participado este lunes un emotivo acto de homenaje a Ana María Atares Soriano con motivo de su 100 cumpleaños, celebrado en el restaurante Dávalos de la ciudad. Familiares y amigos acompañaron a esta vecina centenaria en un reconocimiento cargado de gratitud.
Durante el acto, la alcaldesa ha hecho entrega a esta centenaria una reproducción del retrato de su abuelo, Blas Soriano Palacín —alcalde de Guadalajara entre 1934 y 1935—, que cuelga en la galería de alcaldes del edificio principal del Ayuntamiento y que Ana María ha recibido con mucha emoción.
También le ha entregado la alcaldesa una copia facsímil de un bando de Alcaldía emitido por él, el 22 de julio de 1935, en el que convocaba a la ciudadanía a participar en la inauguración del monumento a la Academia de Ingenieros, exaltando el orgullo local por su legado militar y cultural.
Y por último Ana Guarinos junto a la concejal de Mayores Eva Henche, le entregó, un ramo de flores yel tradicional pañuelo morado de las Ferias de Guadalajara, bordado con el escudo de la ciudad.
Ana María Atares, nacida en Carenas (Zaragoza) el 7 de julio de 1925, se trasladó a Guadalajara a los 9 años. A lo largo de su vida ha desarrollado una intensa trayectoria profesional en la administración pública, y ha sido una figura destacada del asociacionismo local. Su implicación como presidenta de la Asociación Mujeres de Acción Católica, secretaria de la Asociación de Amas de Casa de Guadalajara y colaboradora activa de entidades como Cáritas, Cruz Roja y Manos Unidas, la convierten en un referente de compromiso social y entrega.
La alcaldesa ha destacado “la lucidez, vitalidad y generosidad de Ana María, una mujer que ha dedicado su vida al servicio de los demás y que representa lo mejor de Guadalajara”. Asimismo, ha subrayado que “este homenaje es también un reconocimiento a la memoria histórica de la ciudad y a las personas que la han construido con su ejemplo”.
El Ayuntamiento de Guadalajara ha querido así rendir tributo a una vecina querida y respetada, cuya historia personal es también parte de la historia colectiva de la ciudad.
