Ahora que, – por circunstancias totalmente ajenas a mi voluntad propiamente dicha [de IT que estoy por un quítame esas pajas de nada; total porque en un pueblo del que ni quiero acordarme ni que se acuerde de mí, llegó una señora nada señoreada, que no sé si va en coche ni si va mojada ni su nombre siquiera, tuvo a bien pegarle una patadón a la puerta dónde uno ejercía cosas del oficio a fin de advertirme – poco más o menos – que allí se hacía lo que ella dijera o que me atuviese a consecuencias harto peligrosas para un servidor dando otro patadón de cierre a la consabida puerta.
Si bien no me escupió, que todo hay que decirlo, si me dejó algo preocupado la actitud de tan insigne señora. Canguis no, eso no; pero ¿desasosiego? Vaya que sí. A porrillo. Y de baja laboral por desacato. O algo así.
Hasta tuve que llamar a la benemérita que atentamente acudió a mi socorro, por si las moscas y eso, y para enterarse de quién es la grosera plebeya ‘patadona’ y sus compinches (mejor compincha) en mesa recepcionista],
Ahora que- reescribo- me estoy en casita, madrugando cual siempre – ¡agg!, – sin dar palo al agua, sin perro que me ladre una miaja, sin ganas de cervecear, aguantando lo que tengan a bien enviar los fenómenos atmosféricos, con programas televisivos de los que no creo que haya personal vivo que los aguante ; si acaso mi « Big Bang Theory » y alguna que otra actuación del señor « Recio, el mar al mejor precio » (eso, lógicamente, me pasa por ser un rata, no querer gastarme los dineros y desatender con cajas destempladas – si acaso, a medio baño maría – la múltiples e insuperables ofertas con que se me convida siesta sí, siesta también, a comprar a mejores precios que la competencia, – que son ellos mismos por cierto , formando una especie de telaraña indescifrable – para que me agencie una buena tele de cable con cientos de canales y que, por el mismo precio sin IVA, me regalan una bolsa de cinco o seis quilos de comida para ese perro que ni tengo ni me ladraría y un mandil de plástico fino con «I- corazón – N.Y» en rojo pasión).
Todo eso amén de compaña amatoria burlonamente esquiva y excesivamente desatenta, – entre otras cosas más – de esas de si “te he visto ni me acuerdo y allá te las compongas “ , y con los hijos e hijas a su puta bola; ahora que todo eso y mucho más con que me desayuno mañana sí y mañana también, si no dispusiera de libros que me trasladen o música que me aplaque (ahora mismito estoy escuchando a mi adorada y llorada Whitney Houston), sólo me quedaría el suicidio más cutre; o una solicitud conminatoria para formar parte de los viajes a Benidorm del imserso los domingos de mañana, algo que mi propia edad me denegaría categóricamente y sin moratoria absolutoria.
Bien, pues una vez explicadas todas mis tribulaciones actuales (porque están explicadas, ¿verdad?), cada cuatro o cinco días me coloco sin dilación en mi ya comentada en varias ocasiones « Biblioteca de los Depósitos de Sol », que es de los pocos edificios chulos y molones que quedan sin devastar – al menos todavía – en mi pueblo cañí.
Si bien no he tenido a bien todavía conocer la biblioteca de Alejandría – ni Alejandría tampoco, francamente – ni la Jacob-Wilhem-Grimm-Zentrum berlinesa ( tampoco la de TrØmso, aunque pienso visitarla en breve, total está a unos trescientos kilómetros del circulo polar ártico…¡Um!…la de Pérez- Reverte, de la que tanto presume reiteradamente, tampoco tengo el gusto aún) pues ¡qué quieren que les diga! Dónde se ponga mi Biblioteca del Sol, que se quiten todas las demás.
¡Que le tengo apego, vaya! Y a sus bibliotecarias ya…ni les cuento ( también tú, Juan Carlos, que luego te me molestas).
Puesto que tengo cierta tendencia y querencia a la educación, corrección, delicadeza, así como cortesía, pues antes de colocarme allí , miro en el internet la página web de la misma. Busco autor o autora pertinente – dependiendo de mis ánimos, caprichos, o ambos – y valoro cuál es la más complaciente para tales momentos antojadizos. En la mayoría de las veces, brillan por su ausencia absoluta.
Dispone de un título, lo lees, te emborrachas con el libro de deleite – si son autores extranjeros, anglosajones en el caso que me invita, la calidad de los traductores consiguen al menos más de un tercio de tal deleite embriagador – y ¡claro! te quedas con mono de más lectura del o de la tal. Pero nada, ni Catalina, ni arroz, ni madre paridora.
Y no será por la amabilidad, benevolencia, magnanimidad y dulzura de sus bibliotecarias (Juan Carlos, que me sigo acordando de vos), que se brindan inmediatamente a solicitarlas a cualquier biblioteca vecina o circundante a fin de que no me quede con las ganas ni desflorezca mi anhelo de leer autores no muy solicitados precisamente.
A modo de ejemplo, me quedé prendado con Diane Haeger y su « Rafaello’s ring ». No lo tenían en ese momento. Tardé menos de un día en ser llamado desde mis bibliotecarias para comunicarme que ya estaba el solicitado.
Lo que me lleva a escribir – ahora que me ha dado por don Rodrigo Díaz de Vivar: “El Cid” de Corral Lafuente, “Sidi” de Pérez-Reverte (demasiado ruido para tan poca nuez), entre otros – aquello de “ ¡Dios, qué buen vassallo! ¡si oviesse buen señor!” . En este caso “vassallas” , y el señor – señora, en este caso, por lo visto y cotejado, no es otra que la señora Carmen Morales Mateo ( (Tomado literalmente de don Google), cuyo uno de sus cometidos es :
…Reunir, ser depositaria, conservar y difundir los fondos integrantes del patrimonio bibliográfico de Castilla-La Mancha, incluyendo los fondos de esta naturaleza procedentes de donaciones, depósitos o legados.
Bien, pues como me acabo de enterar de lo que es una Desiderata, a saber:
“En el contexto bibliotecario el término Desideratas se utiliza para nombrar al servicio de sugerencias de compra por parte del usuario, que propone a la biblioteca adquirir una obra (libro, revista, audiovisual, etc. “ (Tomado literalmente de don Google, con quien tanto quiero, que diría don Miguel Hernández).
Así pues, y a través de este escrito, si es que se publica, ruego a quien corresponda que dote inmensamente mejor de libros ausentes a la insigne Biblioteca de los Depósitos del Sol. Es, sencillamente, la más bella. Y la belleza siempre, siempre…tiene un precio.
¡Ahí queda!
P.S.- Sé que debo escribir más verdades del Barquero: Gratuita y Pública. Escribiré.
Adelantar que de gratuita nanay del peluquín – yo mismo contribuyo en más del 48 % con mi salario y mi sudor sobaquil acicalado diariamente con ducha y Nivea en bolo. Y de Pública, va a ser que sí, pero en el sentido más peyorativo del término (los que hayan hecho ya los cincuenta, recordaran las ansias morbosas de su niñez, buscando “puta” en el diccionario que se prestase.
Firma invitada: Francisco R. Breijo-Márquez. Doctor en Medicina.
Estimado Sr. Breijo-Márquez,
acabo de leer su artículo de opinión y en primer lugar me gustaría agradecerle la consideración que tiene por las bibliotecas en general, su personal en particular y la Biblioteca de los Depósitos del Sol en concreto, cuya titularidad y responsabilidad de sostenimiento corresponde al Ayuntamiento de Albacete. Ésta biblioteca como el resto de la Red de bibliotecas municipales de Albacete y la Biblioteca Pública del Estado (ésta última de gestión de la Junta de Castilla-La Mancha), forman parte de la Red de Bibliotecas Públicas de la región que incluye más de 6 millones de documentos en cerca de 450 bibliotecas. Todos ellos a su disposición a través del préstamo en red que está establecido y que es una de sus razones de ser.
Desde aquí le animo a usar este servicio cuyo objetivo es optimizar los recursos existentes y racionalizar las inversiones, siempre escasas, en el ámbito de la lectura pública. Y si cualquiera de los títulos que desee leer no están en cualquier biblioteca de la Red, tenga por seguro que podremos conseguirlo allá donde esté, a la venta o no.
También le animo a consultar y utilizar nuestro servicio de préstamo de libros digitales (eBiblio Castilla-La Mancha) donde seguro que encuentra multitud de autores y obras interesantes.
Un saludo,
Óscar Arroyo
Jefe de Servicio de bibliotecas, libro y lectura
Consejería de Educación, Cultura y Deportes de Castilla-La Mancha
Pues, Señor Oscar Arroyo Ortega, muchas gracias por la lectura.
Tomo buena nota de sus consejos.
Pero…los gustos son los gustos (a pesar de que contra ellos, no haya disputas), y yo sigo prefiriendo la Biblioteca de los Depósitos del Sol.
De hecho, el motivo de escribir el presente no fue otro que el de , una vez delante de la mesa de recepción solicitando un título, una señora a la desconocía en su más ámplio sentido, me inquirió que había unas dieciséis o diecisiete bibliotecas en el área para solicitar mis preferencias; como sus modales no fueron muy gratos a mi entender, de ahí…mi articulo actual.
Sobre eso de los «libros digitales», mil gracias pero soy de los que necesitan ‘oler y tocar’ el ejemplar. No obstante se le agradece.
Reitero mi gratitud.
Mis saludos