De Cañizares a Molina de Aragón. El viaje de León Tortosa de las Muelas recién iniciada la Guerra Civil
El día diecinueve de septiembre, domingo por la noche, al tiempo de ir a cenar, fui avisado por cuatro individuos del comité para que, en término de cuarenta y ocho horas, saliera de Cañizares desalojando la casa vivienda en la que nos hallábamos toda la familia: mi esposa María E. Rihuete, mis hijos Jesús, Encarnación, Carmen, Martín y Cándida con un miliciano, rojo, que me habían alojado en casa para mantenerle, de la provincia de Córdoba. Al día siguiente, domingo veinte, salí para Masegosa al objeto de arreglar lo necesario para hacer el traslado quedando, con Lucas Sanz, en que al día siguiente, el lunes, de regreso a Cuenca, subiría los trastos a Beteta en su camioneta y, después, se haría por caballería a Masegosa viniéndome a dormir a dicha Masegosa.
El lunes se presenta mi hijo, Martín, sobre las once de la mañana, dándome cuenta de que aquella madrugada se habían llevado a Don Julio Herráiz, Julio Romero y Roque Bodoque preguntando por mí, a las tres de la mañana, para darnos el célebre paseíto pues, la misma madrugada, fueron asesinados en las orillas del cementerio de Sotos -según unos- y según otros en el de Cuenca. Lo cierto es que fueron fusilados y Dios quiso que ese día no fuese el firmante.
Poco después de la llegada de Martín, disponíamos la huida por Lagunaseca y Brezal de Masegosa para entrar a Peralejos, cruzando por el Machorro de Belvalle a la casa del guarda para cruzar el vado del río Tajo y pasar a dicho Peralejos, salvador de nuestras vidas. Aquí ya respiramos, cenamos y descansamos pues en todo el día probamos bocado. En este pueblo, de Peralejos, nos dispensaron toda clase de atenciones los amigos, y otros no conocidos, facilitándonos cena suculenta y hospedaje, al igual todo gratuito. ¡Bendito seáis Dios Todopoderoso que pagáis mil por uno!
Acompañados de un vecino de Peralejos, que precisamente tenía viaje dispuesto, nos trasladamos a esta población al día siguiente, veintidós, no teniendo novedad alguna, si bien cansados del camino por no estar acostumbrado a un viaje tan largo, y andando todo él. En esta ciudad, hallamos igualmente toda clase de facilidades. Después de acompañados al cuartel de la Guardia Civil y hacer la presentación al comandante de puesto, visitamos al amigo Cayetano Benito haciéndonos toda clase de ofrecimientos al enterarse de la situación en que nos hallábamos, hospedándonos en su casa y teniendo ésta a nuestra disposición en la que yo permanezco.
Martín estuvo dos días y después ingresó en el Requeté de las Milicias Nacionales de Molina, titulado de doña María de Molina, en el que continúa si bien, en Alcolea del Pinar, donde se trasladó el día cinco del actual acompañado de mí otro hijo Jesús, Enrique Sanz, hijo de Baldomero de Beteta, Pedro Guijarro de Vega del Codorno y otros amigos. Jesús, acompañado de Gregorio López Sanz, tuvieron que abandonar el pueblo de Cañizares, al día siguiente de venirse Martín, pues corrían grave peligro por haberse anunciado que se llevarían unos cuantos y que duda que habían de estar comprendidos. En la huida pudieron burlar la guardia que ya se había formado alrededor del pueblo, aprovechando ya el crepúsculo vespertino, tomando la misma dirección que nosotros, pasando la noche en Peralejos donde les recibieron con muchas atenciones, especialmente en casa de Eladio y, al día siguiente, se vinieron a Pinilla, a casa de la hermana de Gregorio donde permanecieron hasta el jueves que vinieron a presentarse en esta comandancia del Requeté, viniendo con ellos Daniel Navalón. sobrino del malogrado don Julio Herráiz, el cual llegó a Peralejos al día siguiente trasladándose a Pinilla pocas horas después que salieron Jesús y Gregorio.
Por indicación de Cayetano a don Desiderio Caballero, director del Instituto, fui colocado el sábado veintiséis de septiembre como auxiliar en dicho instituto, cuya gratificación (que ignoro la cuantía), será abonada por el Ayuntamiento de esta capital de Molina de Aragón en ella a once (domingo) de octubre de 1936.
Firmado León Tortosa