He invertido en la provincia de Cuenca 3 años de mi vida. El primero fue un refugio y desahogo para mi madre y un oasis de libertad para mí en plena pandemia. Después de un año de contacto con un pueblo, compré una casa pequeña y la reformé a mi gusto. No recibí ayudas por nada de ello y los impuestos fueron exactamente iguales a los de las ciudades, además de que sale más caro tributar en Cuenca que en Madrid. Esa casa debe ser la peor inversión económica que he hecho en mi vida y soy consciente de ello. Invertir en vivienda en un pequeño pueblo no es la mejor decisión salvo que sea una casa familiar y que por arraigo quieras seguir preservando, ya que no existen incentivos, bonificaciones fiscales y si me apuras ni profesionales que faciliten el desarrollo de ese tipo de proyectos. Es necesario un Plan de Vivienda Nacional para las zonas despobladas del medio rural y su carencia actual es uno de los motivos por el que hay casas en las mismas plazas de los pueblos que se están cayendo y por el que la arquitectura tradicional y con ello nuestra identidad, se va perdiendo.
Promoví la creación de una asociación para ayudar a revitalizar zonas despobladas con carácter internacional, se llama Red de Pueblos Proactivos, organicé un Foro de Revitalización de Agricultura y Turismo Sostenible, con motivo del Green Week de la Unión Europa. Me uní a AFAMMER y comenzamos a dar visibilidad a los Caminos de Santiago como herramienta vertebradora de desarrollo, con una peregrinación entre caminos de girasoles de Uclés hacia Cuenca atravesando pedanías que se están extinguiendo y llevándoles actos culturales, a través de la generosa colaboración de personas implicadas con la cultura. Al año siguiente la visibilización llegó hasta la Catedral con la realización de una alfombra internacional que también se hizo en Santiago de Compostela y que apoyó el Obispado. En cada uno de estos eventos involucramos a personas, empresas y Ayuntamientos del territorio. Promovimos un foro de emprendedoras en Tinajas, formación en digitalización con mujeres mayores en La Mancha y turismo rural en La Alcarria, también hemos participado en diferentes actos sobre la problemática de la Violencia de Género en el medio rural. Todo esto lo he liderado en mis tiempos libres, con un gran sacrificio, porque mi trabajo, del que como y vivo, es otro.
En estos mil días hemos recorrido toda la provincia dando visibilidad en medios de comunicación, en prensa provincial, regional y nacional, en televisión y redes sociales, al Patrimonio, a las Tradiciones, al emprendimiento y a las mujeres rurales, al potencial agroalimentario del territorio. Hemos defendido el tren convencional como una infraestructura pública y social que beneficia a las familias y al desarrollo de la provincia de Cuenca. Hemos intercambiado ideas y opiniones con partidos políticos diversos y siempre he sido tratada de forma correcta por todos los que han querido acercarse a mí. Me he sentido respetada en este territorio por la mayoría de las personas, excepto por alguno que me ha voceado públicamente o que me ha hecho alguna proposición fuera de lugar que solo está en su cabeza, cuestión que he disculpado porque no soy responsable de las formas y las mentalidades que tienen otros.
He recorrido cientos de pueblos, he visitado iglesias preciosas y me he maravillado con esas experiencias. He compartido con mujeres de aquí y allá, con hombres, con niños, con mayores, con curas, con monjas, con políticos, con representantes sociales, con empresarios y emprendedores, con personas que siguen en estos pueblos. Desde Vega del Codorno hasta Minglanilla o Motilla del Palancar, desde Belinchón hasta Mota del Cuervo, desde San Clemente a Huete, desde Landete a Horcajo de Santiago. He recorrido el Parque Natural de la Serranía y me he bañado en pozas cristalinas en pleno mes de agosto. Un verdadero placer natural el que ofrece esta provincia para veranear. He vivido en el casco histórico de una Ciudad Medieval. He cruzado puentes como el de Altarejos para pasar a la otra orilla del Júcar y nunca he levantado muros, porque a las zonas despobladas no se viene a eso. Me he bañado en la Playa de Valverde, he subido al campanario de Olivares o a la torreta de Fuentelespino de Haro para presenciar la riqueza de sus campos y he disfrutado del silencio en el Monasterio de Priego o en el de Uclés. Mil días es demasiado tiempo para resumir tantas experiencias en un artículo y si alguna vez me lo propongo y encuentro la quietud, escribiré un libro sobre mis andanzas por aquí.
En todos los lugares que he visitado se me ha recibido con una buena acogida. Me enternecen estos pueblos de personas mayores, detenerme a escucharles y hablar un rato con ellos, son pueblos geriátricos donde se vive el envejecimiento activo en el origen y en libertad. Aunque para seguir avanzando en estos servicios se requiere de un paso más en materia social, sanitaria y en accesibilidad. Pienso que una vida en esta provincia no sería suficiente para conocer todas las maravillas con las que cuenta y todas las oportunidades que ofrece. Cuenca en conjunto es una gran desconocida y lo más triste es que poco a poco se va muriendo y apenas las políticas nacionales se enfocan en esta realidad. En estos días de campaña he podido observarla aún más de cerca, cuestión que agradezco al Partido Popular que me ha permitido vivir la experiencia de incluirme en una lista municipal de paracaidistas para completar representación.
En los pueblos se vota a la persona y el alcalde actual lo había hecho bien, era misión imposible ganar, no era necesario que hubiera aparecido por allí para trabajar una insignificancia de votos, pero elegí conocerles de cerca como personas, independientemente del voto y darles la importancia que se merecen. Intenté mantener el mayor respeto hacia mi contrincante, hacia los vecinos y hacia el pueblo para no crear una confrontación con mi presencia, no me parecía de justicia crear ningún enfrentamiento y luego marcharme sin más. Sin respeto no hay política que valga. Y contra todo pronóstico y con una campaña realizada en silencio y soledad sacamos un concejal y nos quedamos muy cerca de conseguir dos.
Me llevo un grato recuerdo del sacerdote y la comunidad cristiana, de nuevas amistades, de los trabajadores del Ayuntamiento, de personas de la lista contraria, de las trabajadoras sociosanitarias, de Mercedes la del bar, de las tiendas y farmacia, del ejemplo de honestidad de la niña Valeria que se acercó a decirme que no podían votarme en su casa porque su tío estaba en la otra candidatura y no quería que me decepcionara. Me llevo el momento del aplauso compartido que ofrecimos al alcalde de manos enormes al finalizar el recuento, un hombre sencillo que tiene la ilusión de trabajar por su pueblo, aunque una legislatura lo hace por un partido y a la siguiente por otro. A un pueblo siempre hay que ir a construir. Y España es un pueblo.
La realidad es dura, muy dura para los pueblos de esta provincia que están en peligro de extinción y por mucho que nos empeñemos en ponerle otro vestido, es así. Los pueblos se mueren, Cuenca se agota y Sánchez no ha hecho nada por impedirlo en esta legislatura, sino todo lo contrario, ha contribuido a eliminar infraestructuras y no ha llevado una política clara de apoyo a zonas con escasa población. Sanchez se ha aliado con Bildu antes que con Cuenca.
Salvo los foros y las formaciones que han estado financiadas con subvenciones gestionadas desde AFAMMER, el resto del trabajo que he realizado, tanto artículos en prensa, como participaciones en actos, como programas de televisión, actos en museos, caminos, viajes y demás, todo ha sido voluntario y de mi bolsillo. He recorrido carreteras desiertas por la noche, llegando tarde a casa, nunca he tenido miedo, me sentía acompañada por la misión de ayudar a un territorio. Me he cargado un coche por el camino y he recorrido más de 120.000 kms conectando Madrid con esa provincia, contribuyendo a dinamizar la economía de las gasolineras del territorio y su hostelería, entre otras cosas. He invertido 3 años de mi vida aquí, tiempo, dedicación y economía personal hasta el punto de endeudarme para propiciar mi asentamiento en el territorio.
Ahora me gustaría defender a Cuenca a otra escala. Defenderla apoyando al equipo de políticos que van para el Congreso o el Senado o impulsarla mediante Proyectos de Innovación Social desde el Ministerio de Agricultura a través de la Red Rural Nacional o conseguir algún proyecto internacional de Repoblación y Empleo con AFAMMER, pero no estoy dispuesta a perjudicar a nadie en ese proceso y mucho menos a mí misma. A veces, el politiqueo puede resultar perjudicial para la salud de las personas.
Sea como fuere, no es una decisión mía, sino de terceros y de cualquier modo he recopilado en este tiempo una extensa red de relaciones y alianzas, una gran experiencia, un nutrido grupo de amistades, vecinos amables que me cuelgan las cortinas o me ayudan a cuidar mi campo, un pueblo de personas agradecidas donde elegí libremente no entrar en política y una red de alcaldes y concejales, de mujeres en la gastronomía, de mujeres amas de casa, de mujeres cuidadoras que han venido de otros países del mundo, de mujeres que hacen encaje de bolillos, de representantes sociales o empresariales, de cooperativas, de los Angeles Guardianes de la Seguridad Rural del Estado y de hombres y mujeres del campo que día a día buscan la mejor manera de producir el alimento que llega hasta nuestra mesa.
Mientras escribo este artículo, recibo el mensaje de Antonio, número uno de Quintanar del Rey por el Partido Popular, anunciándome el nacimiento de su hijo. La vida sigue abriéndose paso en la provincia de Cuenca a través de los hombres y las mujeres valientes que representan a todas las personas del territorio y ese es el mejor ejemplo de esperanza y futuro para una tierra.
Opinión de Yolanda Martínez Urbina.