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Terminó, claro que sí, el XXXIII Concurso de Belenes organizado por el Ayuntamiento de Cuenca que, como saben, incluía varias modalidades. Pues bien, en la familiar, resultó ganador el de la familia Abarca Miota. Antonio Abarca y Paqui Miota que llevan, en esto, varias vidas.“El Belén viene de tradición. Lo hacíamos en mi casa ya desde niños y participábamos todos con nuestros padres. Luego ya, de mayores, mi hermano Enrique y yo hemos continuado en nuestras casas y, tal y como hicimos de niños, lo empezamos a hacer con nuestros hijos. Siempre, excepto en raras ocasiones por algún motivo familiar, siempre hemos tenido Belén. Es una tradición” dice Antonio Abarca. Un hombre curtido entre la enseñanza, el Huerto y una Borriquilla que le da alas para volar esa otra vida nazarena tan pegada al terruño. ”Sí, las dos cosas se aúnan en mi persona. La tradición belenística y la nazarena” añade Antonio, actual Vicepresidente de la Junta de Cofradías de Semana Santa.
Hay familias que, por belén, colocan el misterio. Las tres figuras que representan a la Sagrada Familia: la Virgen, San José y el Niño. Otras, colocan un belén aprovechando una superficie de la casa que le permita montarlo pero, en el caso de la familia Abarca-Miota, es media sala de estar la que ocupa el escenario en el que encontramos escenas de todo tipo. “Sí, dentro de lo que es en una casa familiar hemos buscado ese hueco para hacer nuestro belén. No es de los más grandes, no. Hemos hecho belenes más grandes que ocupaban una habitación entera. Como se ve, ocupa un rinconcito de la habitación que parece grande pero no lo es tanto”.
Se trata de un escenario que ocupa la parte derecha de un recibidor en el que se distribuyen unas 70 figuras entre personajes y animales que, año tras años, van cambiando según se planifiquen las escenas del momento del nacimiento del Niño Dios. Lo que no cambia es la proliferación de animales que, cuidadosamente, han sido distribuidos según el hábitat. “Es una forma de llamar la atención. A las personas mayores, lo que les llama la atención del belén es una cosa, un aspecto o varios relacionados con las escenas bíblicas pero, a los niños, aunque a algunos de ellos hay que decirles en dónde está por ejemplo la ardillas, lo que les gusta son los animales. No se fijan en el ángel sino en los gatos, las palomas, las ardillas comiendo en las ramas de un árbol, los muflones o cabras montesas en lo alto de la cascada en donde se ve, también, la figura de un lince, los conejos en la cuevecita…lo que intentamos es aunar, captar la atención de todos. De mayores y pequeños con una iluminación muy cuidada, el agua, las fuentes, los animales…” y las construcciones que, como dice Antonio Abarca, están hechas todas a mano trabajando el poliespán y la escayola. “Sí. Comienzas comprando cosas como todo el mundo y, las que no encuentras aquí, en Cuenca, pues las buscas fuera. En la Plaza Mayor de Madrid por ejemplo, inundada en las fechas navideñas por una tradición belenística importante desde hace muchísimos años. Pero, con el paso de los años, viendo, comentando, imaginando y poniendo en práctica las ideas belenísticas que queremos, no te queda otra que hacer de arquitecto belenístico y construir tus pripias casas diseñando, al tiempo, el paisaje en el que se van a recrear las escenas. Guardamos todo. Lo que tiramos es la arena. Lo demás lo guardamos todo. Plantas, árboles etc. Guardamos todo y las construcciones pues igual: casas, hogueras, fuentes se conserva de un año para otro”
A la hora de montar un belén, se tiene en cuenta la utilidad del espejo para maximizar espacios. “Sí. Hay un espejo en la calle que se ve por la derecha, debajo del castillo, un espejo puesto ahí para ganar espacio. Si coges figuras que necesitan construcciones grandes y tapan mucho, lo que hay que hacer es que se vea desde desde otro ángulo y ese es el sentido del espejo”.
Una vez ideado, planificado, hay muchísimas técnicas a la hora de montar un belén atendiendo al número de escenas que queremos representar. Escenas y orografía. Superficie, el tapiz vegetal sobre el que vamos a desarrollar la idea y jugar con las alturas. “Sí, es lo que decía. Es que, por la falta de espacio, te obligas a tirar para arriba como ocurrió con la cuenca medieval. Se trata de tomar altura y ganar perspectiva que te de esa sensación de volúmenes, de tamaños, que te den aspecto de realidad y credibilidad. Y de las muchas formas que hay para hacer belenes, pues nosotros nos inclinamos más por el lado clásico. Por la orografía que estamos acostumbrados a ver porque es la que nos rodea y, por eso, abundan piedras, musgos, relieves intentando imitar lo kárstico…” añade Antonio que, a la izquierda de su belén, ha dejado un trocito de la Balsa de Valdemoro por el que se despeña un chorro de agua que miran las cabras montesas en lo alto. “Pues mira, este año, no quería utilizar mucho el tema del agua porque da muchos problemas. Hay fugas, hay filtraciones, hay dificultades por capilaridades con el musgo que va chupando y te echa el agua fuera…a mis hijos les encanta lo del agua y, de ahí, ese guiño a la Balsa que hice hace algunos años. Una chorrera que reparé el año pasado y que, este año, funciona muy bien”.
Los belenes son para la navidad y las Pascuas son hasta san Antón. “Bueno, el belén, la verdad es que su significado está metido en la navidad pero, para nuestra familia, lo del belén es un acto social. Los belenes se hacen para la familia, pero también se hacen para que la gente los vea. Para que nuestros amigos lo vean. Que vengan a casa, que nos comamos un mantecado y veamos el belén de principio a fin con sus paradas porque, a lo mejor, no han visto a la ardilla comiendo piña en la rama del árbol o ven a las cabras pero no al lince. Es un acto de sociedad” añade Antonio, sentado en torno a una mesita en la que descansa un libro de firmas en el que, amigos, visitantes y familiares, dejan por escrito la huella e impresión que les ha causado este belén que, por lo que nos cuenta Antonio Abarca, permanecerá en esa habitación hasta los primeros días del mes de febrero.