Hace tanto tiempo que, ya, ni recuerdo cuánto cuánto tiempo hace.
Por más que me empeñe, la rutina acaba por carcomer cualquier intento de nuevas fantasías.
Y hace ya tanto tiempo que insiste que ni puedo recordar cuánto tiempo… por más que me empecine.

Por más que lo intente, el nuevo día no deja de asomarse a ser lo mismo que ayer. Pautas monótonas repetitivamente aburridas y machaconamente persistentes que me llevan, sin pensarlo, a cumplir lo que he que cumplir. Y tal cumplimiento no cumple conmigo. Ni tal deferencia me propina.
Por mas que – cual Fausto – prometa al diablo venderle el alma en cualquier momento, en el lugar que elija y con firma en blanco. Obviedad y olvido me concede…como mucho.
Por más que me juegue toda expectativa a las ‘siete y media’, plantándome con dos y pidiendo con seis y medio.
Podrá el humo destruir mis pulmones. Y la gente acosar mis sueños, manosear mis recuerdos, magrear mi cerebro y tratar de desgarrarme a base de llantos, versos, juegos y amores. Pero nada logran. O casi nada. Ya no pueden ‘pillarme’ en guardia baja.
Pues ya he subido allá, donde la nieve quema y he caído en el hoyo más profundo imaginable.
Pueden pedirme de todo, pues de todo tengo. Y a granel. Y de balde. Que, con sonrisa más o menos prestada y ceremoniosa, yo se lo regalaré; sin factura a sablear ni favores concedidos.
Que no nadie hay más mustio que yo. Los amigos que tanto quise , o han muerto o están en ello. ¡Ellos… que tanto me amaron y de quienes tanto aprendí!
La primavera se me ha muerto y sólo me invade el invierno, cruel, frío y desalmado. Los claveles no me cucan ya ojo alguno. Y los geranios le hacen ayuda.
Probaré departir con cualquier jilguero que me sople su canto, tan desventurado como el mío. O mirando como una encina se deshoja con un otoño tan eterno como el que me embarga. Salir a la “Pulgosa” andando, y hablando con el romero más desvencijado mientras aspiro su olor y me lo agradece.
Una y otra vez. Otra vez y una más.
Seguiré repitiéndome , quizá sea mañana.
Si, mañana. Seguro que sí. Esperaré. Esperaré.
Viviré pues- mientras, para nada. Por nada. Y no me importará vivir por nada. O morir por cualquier cosa que tenga a bien venir. ¡Adiós y muchas gracias por todo!
Esperaré en el fondo de mi taberna, bebiéndome ese carajillo que jamás me gustó para calentar algo el corazón. Esperando a la parca, empeñando mis naipes con la esperanza que pueda quedarme.
O a esa muchacha, desconocida y cierta, que atrapa y hace que su aliento caliente haga al viento tibio. Que los adoquines levanten los ojos a sus pisadas, a su piel morena. Que consigue que todo se haga una amable y eterna primavera.
Esa muchacha que, al mirarme, me haga volver a sentir qué es la fuente de la vida. Que,cuando llora, te hace saber qué es la congoja. Que sus silencios me hagan volver a temblar. Que cuando me ame, el amor tome el vuelo para volar juntos indefinidamente. Que haga columpiarse al Sol con los horizontes más distantes. Con ese aroma de luna llena y el tinte de la larga espera que me esclavizó para trocarlo en colorines al gusto .
Pero no creo. Me quedaré como hace un largo tiempo; largo se me hace. No estará esa muchacha que hasta las polillas se hacían amigas en la farola dónde ella me esperaba.
Me quedaré con dolor en los pies de tanto esperarla. En aquella pequeña y sutil taberna, tomando un carajillo que tan mal me cae.
El reuma me atrapará como a tantos. La parca no esperará. Y el diablo seguirá sin hacerme ni caso.
Y mi último gorrión -que tanto me cantó- huirá de mi.
Siempre me quedará mi Luluki: “abelopaaaaacooo”. ¿Será tal mi muchacha? I’m sure.
Malos tiempos compartidos buen doctor. Volverán a surgir nuevas fantasías. Un abrazo desde México.
La rutina no carcome ninguna fantasía, ni nueva ni vieja. Justo lo contrario la alimenta. Y el otoño con su rutina y su fantasía puede ser precioso. Bueno…eso pienso yo,claro.Rosa
Estimada Rosa. ¿Me permite respetarla pero no compartirla en mi caso? Bendigo su rutina y le deseo que la fantasía le surja dia a dia. Saludos y gracias por la lectura
Por cierto Rosa ,¿ recuerda aquella frase de un cantautor injustamente en entredicho ahora que viene a decir: «…si la rutina te aplasta, dile que ya basta de medicocridad…»? Pues eso.(que se nos van ovidando las cosas, pequeñas o no)
Precisamente lo que no se olvida son las pequeñas cosas, no aplasta la rutina, aplasta no poderla compartir. Yo también le deseo un gran día….sería Fantastic!