
Fue un acuerdo que se tomó en uno de los últimos Plenos del Ayuntamiento de Cuenca: el dar el nombre de Francisco Bermejo Bustos al parque que se encuentra frente a la Capilla de Fátima de cuya construcción se cumplieron, hace meses, cincuenta años aunque la onomástica, la celebración con un buen número de actos, tenga lugar a partir del día 12 coincidiendo con el cincuenta aniversario de la llegada de la imagen de la Virgen de Fátima al barrio, cosa que tuvo lugar la noche del 17 de Mayo del año 1967.
Aquello, como dice don Francisco, párroco de Tiradores desde sus treinta años cumplidos, fue un milagro. ”El 12 de Mayo del año 1966 llegó la Santa Misión a este barrio, el de Tiradores Altos, Santa Teresa, teniendo un recibimiento apoteósico. Y no solo eso sino que, también, vino aquí la Virgen de las Angustias que fue la gota que colmó el vaso porque, todo el barrio se volcó con Ella”, dice don Francisco.

El barrio, donde termina la calle Real, era un páramo. Había una cochera en la que criaban pollos y poco más para albergar a tanta gente como se dio cita aquí ante la Virgen y en comunión con la Santa Misión. Tanto que, la Falange, tuvo que instalar una enorme tienda de campaña con un gran cartel en el que se leía “Santa Misión la Milagrosa”, por la imagen que en esos días estaba por allí.
Aquello fue el principio de una historia para contar porque, lo vecinos, se dieron cuenta de que hacía falta una capilla. Pero, ¿cómo hacerla?. Don Francisco lo tuvo claro. Con la gente del barrio que, en su tiempo libre, fue llevando ladrillos, agua, arena, azulejos, mano de obra…lo necesario para hacer la capilla casi sin coste alguno hasta su terminación y bendición por parte del obispo Inocencio, el 12 de Octubre del año 1966.
Quedaba traer a la Virgen (de Fátima) y, para ello, una expedición se trasladó hasta Portugal coincidiendo con la visita del papa Pablo VI. Compraron una imagen, «la que me pareció más hermosa», dice don Francisco, «que nos costó diez mil pesetas», añade, siendo el regreso a Cuenca, aún penoso por la lluvia, de los que no se olvidan.

Era la noche del 17 de Mayo y la procesión, con la Virgen de Fátima, arrancaba desde la Fuensanta camino de su Capilla acompañada de autoridades civiles, religiosas y el pueblo de Cuenca que no quiso perderse el acontecimiento. La Banda de Música iba cerrando la comitiva pero, a pesar de las marchas, se oían fuegos artificiales y petardos y, aunque a pólvora, olía a flores mientras por delante caminaban los niños vestidos de serranos o con el traje de la primera comunión.
Hoy, cincuenta años después, en una misa concelebrada, las emociones no cabían en la Capilla. Por eso, al final de las palabras de don Francisco que pudo hablar a pesar de todo, el aplauso de sus fieles amigos se convirtió en abrazo y en parque.

Lo que hoy es parque, era antes de hacer la capilla, un vertedero. Aquí disfruta la gente del barrio sobre todo durante el buen tiempo. Niños y mayores acuden por igual. Se lo merecen porque, gracias a ellos, lo que estaba perdido, hoy se ha transformado gracias a la construcción de la capilla «Nuestra Señora de Fátima» que ellos mismos hicieron realidad. Aunque lleva el nombre de Don Francisco Bermejo, podía llevar el de «Vecinos de Tiradores». Pero ellos han sido generosos y han querido volcarse en su párroco como protagonista que fue en aquellos días de aquel acontecimiento y en otras ocasiones en la que dio la cara para mantener la existencia del barrio cuando quería el Ayuntamiento hacer una remodelación del mismo y él se opuso… Han sido muy agradecidos y han querido mantener de alguna manera la presencia del sacerdote que estuvo al frente de la parroquia durante cuarenta y ocho años.