Por su recurrencia podría entenderse como un hito más en la vida de cualquier organización empresarial, sin embargo, parece que nos disponemos a afrontar un acontecimiento de extraordinaria relevancia para la vida de la organización. Y ello es así, por nuestro pasado y por las particularísimas circunstancias que nos vimos obligados a afrontar; pero también nuestro presente y las propias expectativas de futuro nos obligan a prestar especial atención y cuidado a ésta negociación colectiva.
El Grupo Bormioli Rocco, como infinidad de empresas a nivel global, ha sufrido con virulencia el impacto de la crisis, golpeando ésta en el Balance y en las Cuentas de Resultados de las diferentes plantas del grupo.
También, la competitividad del sector, el ajuste que está sufriendo por compras, fusiones, absorciones, etc., incluso por desaparición de actores importantes, con presencia de más de 50 años en el sector del vidrio, obligan a nuestro grupo a prestar especial atención a nuestras estructuras de costes, a las decisiones de inversión y financiación, a nuestras estrategias comerciales e industriales y, en definitiva, a los todos los pilares sobre los que se asienta nuestra organización con la única intención de dar continuidad a nuestro negocio.
En el caso particular de nuestra planta de Azuqueca, el impacto de la crisis ha sido dramático, obligando a aplicar medidas correctoras de extrema gravedad, también a replantearnos todo nuestro proceso productivo y ello con el objetivo de intentar garantizar la viabilidad de la planta, viabilidad que, no debemos olvidarlo, estuvo seriamente comprometida.
Es cierto que, quizá, los momentos más complicados hayan pasado ya, pero la situación nos obliga a seguir estando muy atentos a todas las variables de nuestro negocio, principalmente para hacer de nuestra planta un centro rentable por sí mismo, con un Balance saneado y equilibrado y con la obligación imperiosa de “dar la vuelta” a nuestra cuenta de resultados que, aún hoy, refleja una realidad complicada.
Sin embargo, gracias al esfuerzo de todos, accionistas y trabajadores, las expectativas de nuestra planta son esperanzadoras. A esta esperanza ha contribuido decididamente el esfuerzo de los trabajadores que durante estos años asumieron una reducción salarial que, sin duda, ayudó a aliviar la complicada situación económico-financiera que atravesábamos.
También ha sido importante la decidida apuesta de nuestros accionistas por convertir la planta de Azuqueca en una planta estratégica para los intereses del Grupo Bormioli, y ello a costa de racionalizar nuestra capacidad productiva en favor de nuestra planta y, por tanto, en detrimento de la producción de otras plantas del grupo, reconstruyendo uno de los hornos con una mayor capacidad, renovando nuestras líneas de producción con tecnología de vanguardia y potenciando algunas áreas de negocio como el área de decorado y de Glass Block. Todo esto supondrá unas inversiones millonarias en los próximos años.
La situación descrita nos obliga a las partes a afrontar la renovación de nuestro convenio colectivo con ánimo constructivo, con el doble convencimiento de que es obligación de la dirección reconocer y compensar el esfuerzo de los trabajadores en estos últimos años pero también con la obligación común de dotar a nuestra organización de unas reglas del juego que observen los intereses de ambas partes. Así las cosas, la dirección entiende que ese reconocimiento del esfuerzo debe ser gradual ya que de lo contrario su impacto sería difícilmente sostenible en el tiempo y pondría en riesgo la viabilidad económica financiera de la planta.
Por tanto, debe ser nuestro objetivo acordar condiciones que sean sostenibles en el tiempo, acordes al mercado y a nuestra situación financiera, que nos permitan atraer y retener el talento y, a la vez, convertimos en una empresa competitiva.
La voluntad de la dirección es acometer este proceso con el máximo respeto hacia los representantes de los trabajadores, sus propuestas y reivindicaciones y todo ello con una clara intención negociadora, en el convencimiento de que, unos y otros, deberemos ceder en nuestras pretensiones de manera razonable para la máxima satisfacción de los intereses en liza.
Deberemos ser capaces de llevar a cabo un proceso negociador que refuerce las medidas ya adoptadas, que no comprometa la producción de la planta y, por tanto, nuestro sustento vital; un proceso que no añada tensiones innecesarias al sistema, lo que en modo alguno nos beneficiaria, ya que de existir supondría un mensaje negativo tanto internamente como al mercado.
