Ha sido tan casual como inesperado. Uno de los muchos incidentes que ocurren cada año en parques, jardines y riberas de ríos pero que podría haber ocasionado alguna desgracia por el lugar en el que ha caído ese árbol: una de las zonas de juegos infantiles del parque de la Concordia.
A pesar de chequeos, podas y cuidados especiales a determinadas especies, sobre todo a las arbóreas de mayor edad, es fácil comprobar como año tras año, ramas y árboles enteros -arrancados a cuajo o tronchados- caen al suelo por la acción del viento o la erosión de aguas subterráneas difíciles de ver y, por tanto de prevenir.
