El próximo 25 de noviembre se celebra el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer. Por noveno año consecutivo, la Fundación Adecco, con la colaboración de RNB, Talgo, Aqualia, Mahou San Miguel, Cesce, Grupo Red Eléctrica, UCALSA, Frit Ravich, Grupo ASV, Banco Mediolanum, Agrimarba 2, Tier1, Emasagra, la firma de servicios profesionales EY y la Conselleria de Igualdad y Políticas Inclusivas de la Generalitat Valenciana presenta el informe Violencia de género y empleo, con el objetivo de posicionar el empleo como activo esencial para la recuperación integral de las mujeres víctimas de la violencia de género, dando pie a la puesta en marcha de iniciativas para acelerar su inclusión laboral. El presente análisis basa sus conclusiones en una encuesta a 350 desempleadas víctimas de la violencia de género, de las cuales medio centenar son de Castilla-La Mancha, complementada con algunas cifras de otras fuentes oficiales e informes de referencia.
La violencia de género, ¿tabú en el mercado laboral?
En los últimos años se ha evidenciado un aumento en el nivel de concienciación y compromiso con respecto a la violencia de género; de hecho, el 92% de la población ya lo considera como una lacra social inaceptable[i]. Sin embargo, aún se mantienen estereotipos sobre víctimas y agresores que dificultan la erradicación del problema y se trasladan al ámbito laboral, convirtiéndose en barreras de acceso al empleo.
Así, tradicionalmente, la situación de víctima de violencia de género se ha asociado erróneamente a determinados rasgos de la personalidad, creando una burbuja de desinformación que frena su contratación. La existencia de estos estereotipos se ve reflejada en los datos de la encuesta: un 85,4% de las mujeres en Castilla-La Mancha prefiere no revelar su situación en las entrevistas de trabajo, ante el temor a ser descartada debido a prejuicios que asocian a las mujeres víctimas con “personalidades inseguras”, “conflictivas” o “absentistas”. El 14,6% restante sí lo comunica, al considerarlo necesario para su seguridad.
“Estas creencias estereotipadas chocan frontalmente con la realidad. Las mujeres víctimas de la violencia de género saben que el empleo puede ayudarlas a salir adelante, proporcionándoles autoestima, independencia económica o incremento de su red de contactos. Por ello, su fidelidad y compromiso con el proyecto empresarial son dobles. Además, son personas que han desarrollado una serie habilidades emocionales y extraordinarias capacidades para sortear obstáculos, que se convierten en grandes fortalezas cuando se trasladan al ámbito empresarial. Resulta vital, por tanto, normalizar la presencia de las mujeres víctimas en las empresas, ayudando así a hacer efectiva su protección integral”- destaca Francisco Mesonero, director general de la Fundación Adecco
Por su parte, Begoña Bravo, responsable del plan de integración de la Fundación Adecco añade que: “Es completamente desacertado atribuir a estas mujeres unas características o temperamento concreto: las situaciones de violencia de género nunca son ocasionadas por la forma de ser de la víctima, sino siempre por el comportamiento y decisión del agresor. En lugar de estigmatizarlas, es preciso brindarles todo nuestro apoyo, siendo el empleo uno de los elementos por excelencia para que puedan salir adelante”.
Visibilidad de la violencia y ciclos económicos
En los últimos años, la evolución del número de denuncias por violencia de género ha sido ascendente. Así lo constatan los datos del Consejo General del Poder Judicial: si en 2011 se interpusieron 4910 denuncias en Castilla-La Mancha, en 2020 la cifra se cerró en 5541 (+12,9%). No obstante, este ascenso no ha sido lineal, ya que a lo largo de la última década se han producido descensos y aumentos que han estado íntimamente ligados a cada coyuntura económica. En general, el comportamiento del número de denuncias obedece a una tendencia: en los periodos de crisis, en los que se dispara el desempleo y las dificultades económicas, cae el volumen de denuncias, fundamentalmente debido a las mayores dificultades de las mujeres para pedir ayuda, unidas al temor a no encontrar empleo o verse sin recursos. Sin embargo, en los periodos de recuperación, el número de denuncias aumenta, coincidiendo con etapas más prósperas para afrontar la búsqueda de trabajo y ser independientes.
No es por tanto casualidad que en 2012 —coincidiendo con la etapa más dura de la Gran Recesión iniciada en 2008—, o que en 2020 —el año de la pandemia— se produjeran los descensos interanuales más acusados del último decenio, con caídas del 13,8% y del 12,9% respectivamente.
El número de denuncias por cada 1000 mujeres en Castilla-La Mancha fue de 5,4, por debajo de la cifra registrada a nivel nacional, de 6,3.

