Con la euforia de la clasificación a la semifinal, Lidio Jiménez, sensato, les dijo a sus jugadores: “si mañana no ganamos, esto no sirve para nada”. Resulta que ese mañana que mencionaba el míster es el 7 de marzo, día de la semifinal. Su rival, el peligroso Benidorm. Ese equipo que dio la sorpresa a primera hora de la mañana eliminando al Bidasoa Irun. Desde la previa, se planteaba como un enfrentamiento entre varias caras. Leo Maciel, el que fue MVP de la jornada de cuartos de final, ante Roberto Rodríguez y Leo Terçariol; Natán Suárez enfrentado a Pablo Simonet; Josep Folques vs Sergio López y una lista de etcétera si analizamos ambas plantillas. Los dos equipos buscaban ampliar su estancia en la capital un día más para jugar la gran final y, posiblemente, un billete a la competición europea.
Si hubiese que calificar la primera mitad como el nivel de un videojuego, el idóneo sería “Leyenda”. El equipo de Fernando Latorres empezó a todo nivel, ellos fueron los que abrieron la lata y los que estuvieron por delante en el marcador en buena parte de la primera mitad. Fue en el minuto 16 de juego cuando el Liberbank Cuenca puso por primera vez el empate en el marcador. Como mencionaba antes el duelo en las porterías, ambos jugadores fueron lo mejor de su equipo. Maciel solo recibió seis goles en la primera parte mientras que Terçariol siete. Tanto Sergio como Hugo López fueron importantes en este resultado. Sin sus goles el equipo estarías con solo tres goles.
La falta de goles de la primera parte fue contrarrestada por el exceso de la segunda. En este momento, la diferencia en el marcador se mantenía en dos o tres goles a favor de Cuenca. Sin embargo, el Benidorm pudo contrarrestar la situación con un parcial de tres goles, sumándole más tensión al partido. Ante esta situación, Lidio Jiménez solicitó un tiempo muerto para volver a recuperar ese colchón. Contra todo pronóstico, lo ocurrido fue distinto a lo esperado, el Benidorm llevó el ritmo del partido en los minutos restantes.
A falta de sesenta segundos para el final, Pablo Simonet amargaba la clasificación a Cuenca con un disparo que Maciel no pudo evitar, aumentando la diferencia a dos goles. A pesar de todo, la garra de los conquenses llevó la diferencia a uno con un gran gol del capitán Sergio López.
Como si fuese una historia épica, la última jugada la tenía Cuenca y era el 7 el que controlaba el balón. A falta de instantes para el final, Natán disparó con toda la fuerza posible que podía tener alguien que ha jugado 120 minutos en 48 horas. Para alegría de la furia conquense, el balón traspasó la línea de gol y obligaba el partido a un tiempo suplementario. Este cuento quiso prolongarse diez minutos más y durante los primeros cinco el solitario gol de Adrián Nolasco adelantaba a los naranjas para sumarle emoción al desenlace.
Este final no era apto para cardiacos, como la segunda mitad del los segundo treinta minutos. Los intentos de igualar el partido con los goles de Natán y Manu Diaz sirvieron de poco con los tiros de Borja Méndez y Josep Folqués que terminaron en gol. En el último suspiro, Thiago Alves Ponciano consiguió el tercer empate de la prórroga (27-27).
Justo cuando la caja mágica estaba saboreando una definición por penaltis, Pablo Simonet consiguió romper la igualdad para que su equipo logre el pase a la gran final.
Al finalizar el partido, la cara de los rojiblancos era de tristeza absoluta. Los aficionados, directivos y cuerpo técnico conquense que mostraban la peor de sus caras, por la eliminación de su equipo, era contrastado con la alegría inmensa del Benidorm que lograba un lugar en la gran final del próximo 8 de marzo.
Por Nahuel Briscek