“Anoche, Piqueras del Castillo se llenó de humo pero dijeron que, eso, como habría rescoldos, que los tocones estarían calientes por el incendio, que eso era normal y que, al apagarlos, al echar agua, se llenó el pueblo de humo y nos asustamos”, dice Esperanza Checa, vecina de Piqueras del Castillo, el pueblo que podríamos situar a mitad de una hipotética base triangular entre Valera, Solera de Gabaldón y Barchín del Hoyo. “Vinieron los bomberos y dijeron que estaba apagado y que el humo que llegaba era de eso, de los rescoldos y el agua y que, de todas formas, que había vigilancia”.
Sin cuantificar aún el número de hectáreas quemadas en el incendio de Barchín del Hoyo, que quedó estabilizado en la tarde de ayer, jueves, y en el que siguen faenando once medios terrestres y 44 personas con el fin de enfriar las pocas zonas calientes que quedan y dejarlo, definitivamente apagado, tras pasar del nivel 1 al nivel 0, Esperanza Checa cuenta lo acontecido en la tarde noche de ayer: “se subieron a la torre del castillo y dijeron que no se veía resplandor. Fue a las doce y media de la noche pero, el miércoles, sí que fue fatal. Es que estaba el pueblo como no se imagina usted. Era, a pleno día, como de noche porque el sol no se veía de tanto humo como había. Y encima, el olor del humo era insoportable.
Íbamos con pañuelos para taparnos la boca y nariz así que, imagínese. Y el miedo. ¡Ay qué mal!. Hacía mucho aire y avivaba al fuego más, dificultando las labores de extinción. Menos mal que, a veces, soplaba en dirección contraria y se llevaba el humo”, dice Esperanza el día después de quedar estabilizado el fuego, alegrándose de no tener que lamentar ninguna desgracia en este pueblo en el que viven, habitualmente, menos de 50 vecinos y que, ahora, con el verano, se llega a triplicar.
“Es que, si ha sido intencionado, es para sacrificar al que haya sido”, dice Esperanza. Y otra cosa que hemos aprendido es que, “cuando te toca a ti, estas cosas te llegan al alma. Que tenemos que concienciarnos que, un desastre en Galicia, es como si fuera nuestro, de aquí. El pinar es el pulmón de España y destrozarlo así…no tiene nombre”.
La zona quemada era rica en explotación resinera y, de hecho, eran muchas las familias que resinaban, pino a pino, en esta amplia zona desde La Canaleja a Navodres.
Según hemos podido saber por parte de algunos vecinos del pueblo porque, ha resultado imposible entrevistar al alcalde de Barchín del Hoyo o a alguno de sus concejales, “podrían haberse quemado más de 22.000 pinos resinados con los cascos llenos para hacer una remesa y enviarla a las empresas: una de Cuenca (Valcan) y a otra que ha venido de Portugal (Iberopinar), pero ha quedado todo en el en aire” nos cuentan en el pueblo. “El Ayuntamiento tiene otra parcela lindando a Navodres, una finca enorme de unas 2.000 hectáreas con vega, siembra y monte de pinar pero, desde las mojoneras de Gabaldon a Piqueras, ha ardido todo. Una pena porque, como la madera no vale nada, hemos tenido que volver a resinar para esto y para perder la cosecha del pistacho. Una pena porque esto es algo muy nuestro desde toda la vida”.
Las cuentas son claras. Si estas empresas, como las gallegas, pagan el kilo de resina a 1 euro, y de cada pino puede extraerse kilo y medio de producto, las pérdidas superarían los 30.000 euros este año. Y si tenemos en cuenta que un pinar tarda en repoblarse entre 35 y 40 años según condiciones de humedad, temperatura etc, las pérdidas son irreparables.
A la hora de redactar este reportaje, se están guardando las máquinas del pueblo que han estado trabajando en las tareas de extinción.