El próximo viernes 14 de junio, a la 12:00 horas, se inaugurará en el Museo de Arte Abstracto Español, en Cuenca, la exposición “José Guerrero. Pelegrinaje (1966-1969)”, que permanecerá abierta hasta el próximo 29 de septiembre.
La exposición, realizada en coproducción con el Centro José Guerrero, está ligada a la programación que la Fundación Juan March desarrolla en sus dos museos con el fin de investigar aspectos poco conocidos en torno a los artistas que forman parte de su colección, como es el caso de José Guerrero.
La muestra presenta más de 60 obras del artista, entre lienzos, dibujos y obra gráfica, además de documentación, fotografías y la proyección de una película del artista trabajando en su estudio.
La muestra, que toma el título de uno de los óleos que se exhiben –Pelegrinaje (1969), que remite tanto al poema lorquiano Los pelegrinitoscomo al propio peregrinar del artista entre dos continentes–, aborda el estudio de los años del regreso temporal del pintor con su familia a España en 1966, casi veinte años después de que abandonara su país «persiguiendo la modernidad» y se estableciese en Nueva York. Dos hechos clave convencieron a Guerrero de la conveniencia de su vuelta: la apertura de la galería de Juana Mordó en Madrid en 1964 y el encuentro con Fernando Zóbel, que inauguraría el Museo de Arte Abstracto Español de Cuenca en 1966 precisamente. Y tres lugares, tres atmósferas, fueron decisivos en estos años: Madrid, Nerja –donde adquirió y rehabilitó un modesto cortijo–, y Cuenca –donde se integró en la comunidad de artistas en torno al museo–. Se trata de un periodo breve pero muy fructífero para él, pues alcanzó entonces una madurez determinante para el resto de su obra. Su retorno puso fin a un ciclo, y dio paso a una época que le sirvió para autoafirmarse y ganar confianza antes de volver a Nueva York, donde imprimió un nuevo giro a su pintura.