“Protocolos notariales y otros documentos relativos al Corral de Comedias de Cuenca”, fue el título de la conferencia pronunciada por Martín Muelas, catedrático de Didáctica de la Lengua y Literatura en el Campus de Cuenca de la universidad de Castilla La Mancha, dentro del II Ciclo de Promoción de la Investigación Histórica del Archivo Histórico Provincial, que tiene como objetivo continuar con la difusión de los importantísimos fondos documentales y de la promoción de los mismos.
El profesor Muelas, a modo de introducción, hizo un repaso de la historia de la representación teatral relacionada, durante siglos, con el entorno religioso. Teatro que entra en declive siendo sustituido por otros espectáculos más populares.
Martín Muelas, al hilo de que las representaciones teatrales eran contrarias a las doctrinas de la iglesia, cita el Libro de las Confesiones, de Martín Pérez, en donde el autor, en esa radiografía de la sociedad medieval española, explica claramente los asuntos que, sobre cantares profanos y religiosos tan mal se llevan porque, entre otras cosas, la iglesia cristiana consideraba a los actores como inmorales.
Hizo un repaso por el teatro medieval, vinculado igualmente al mundo religioso, mencionando a los benedictinos como acogedores de permitir obras de teatro para sus representaciones teatrales introduciendo tropos o fragmentos litúrgicos de la Biblia que quedan patentes en ejemplos como El Canto de la Sibila o el Misterio de Elche, al tiempo que las representaciones se hacen urbanas con el visto bueno de las órdenes mendicantes en las que, franciscanos y dominicos, favorecen las representaciones propiciando la generalización de tablados en calles y en carros móviles.
El profesor Muelas, en esa introducción, recuerda cómo los intérpretes eran aficionados y analfabetos y, las obras, se escribían en forma de copla de fácil memorización siendo representadas por profesionales como los trovadores y juglares llegando a la reforma protestante que supone el fin del teatro religioso en el siglo XVI, ocupando su lugar el teatro moderno con el que, las representaciones, se extienden facilitándose, además, espacios para ellas en casas de vecinos, patios, solares o corrales. Espacios fáciles de cerrar, cómodos y que permitan representar la obra.
El Corral.
Martín Muelas distingue tres etapas en la historia del Corral de Comedias de Cuenca. Una primera que comprende la fundacional que comienza cuando, en el año 1580, Diego Pérez de Teruel compra un solar, en Cuenca, que estaba en la iglesia de San Esteban, pasada la Puerta de Valencia. La segunda etapa la titula El Colegio de Niños de la Doctrina- Corral de Comedias que va de 1613 al año 1626 con el canónigo Venero. La última etapa es la de la Ciudad y los Descalzos, copatronos desde 1629 al año 1777 que supone la desaparición del Corral.
En Cuenca, dice Muelas, la iniciativa la toma este particular, Pérez de Teruel, porque ve que otros, en similares circunstancias, están triunfando en Madrid, Toledo o Barcelona por lo que decide construir el Corral de Comedias en cuenca en el año 1580 para unas 700 personas. Una iniciativa privada incomprensible, dice, porque, en esa época, Cuenca estaba en una ruina tal que ni los que tenían vendían y hasta, las monjas Concepcionistas, tenían que comer de fiar.
El lugar, partiendo desde la Puerta de valencia y subiendo por la calle de Santa Lucía, estaría en la plazuela de San Esteban junto a lo que, entonces, era iglesia de San Esteban desde donde partía la calle Matadero Viejo.
El Corral, se había construido con diversos apartados según consideraciones de la época: gallinero, espacio para mujeres, otro lateral a modo de clausura para guardar anonimatos etc., y con claras indicaciones sobre el material de construcción a emplear pero, con el nuevo siglo llega la crisis y, con ella , a la segunda época del Colegio de los Niños de la Doctrina y del canónigo Venero con el que llegan, también, gentes con ciertos estudios y mayor cultura.
Se pretendía que, el Colegio, se mantuviera con los ingresos de las comedias. Se crea el Colegio y, fruto de varios y sonados contactos, se hace realidad la llegada a Cuenca de buenas compañías previo contratos que, muchas veces, requieren adelantos de dinero que no siempre se recupera, dice Muelas, en una etapa económicamente ruinosa, aclarando que, el Colegio, debe anticipar unos 400 reales para unas 30 representaciones que tendrán que ser nuevas. Es decir, que no se hayan visto nunca en la ciudad de Cuenca. Pero la mala suerte llega al citado Colegio cuando, el dueño, el canónigo, tiene que abandonar Cuenca pasando el Corral de Comedias a manos de la Ciudad y del abad de los Descalzos en un momento difícil en el que, unos y otros, ponen palos en las ruedas completando así un desentendimiento que resultaría fatal.
Cuando el edificio presenta ruina, dice Muelas, el Ayuntamiento, que abandona la idea de reconstruirlo, hace uno de madera hasta que en el año 1820 se construye el edificio de lo que, hoy, es Infantas de España para dar cabida a unos 2.000 espectadores.
El tiempo voló más que la sombra y el propio Muelas tuvo que ir de acá para allá o de plaza en taberna como escribió Cervantes porque, la obligación de profesor mandaba y tenía que impartir una clase. Por eso nos deleitó con sus idas y venidas por ese fragmento histórico en el que nace y muere el Corral de Comedias de Cuenca ( El teatro para la representación de comedias de Cuenca y Colegio de niños de la doctrina: 1587-1777 . Colección Corral de Comedias. 2016) y, por si fuera poco, con algunas lecturas de legajos relativos al Corral, sacadas del Archivo Histórico Provincial de Cuenca que resultaron, para él, una auténtica tragicomedia paleográfica. Así lo dijo.