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Estos días de feria, la visión más espectacular para un conquense es la noria instalada en el recinto ferial. En el meandro con el que, el Júcar, abraza esa parte de la ciudad en la que se instaló el inservible Bosque de Acero.
Todo fluye y todo cambia menos la ciudad, el paisaje y la noria que permanece inmóvil. Será porque, hace mucho tiempo, aparcamos en la calle de los sueños que cientos de personas fotografían cuando la noria acaricia el tormentoso cielo.
